Son antipáticos, maleducados, paletos y chulos... y da igual lo que hagas por contentarlos porque nunca van a estar contentos.
Ven ofensas donde no las hay, insultan a todo el mundo, mienten y se creen sus propias mentiras, no atienden a razón alguna, son insolidarios, egoístas, cínicos... se comportan como un paranoico que no se ha tomado la medicación.
Y mientras tanto, los demás, con una paciencia que raya la estupidez, seguimos aguantando mecha, tragando quina, poniendo la otra mejilla para que estos chulánganos de barraca nos la crucen a salivazos.
Montamos “el Estado de las Autonomías” para que se “sintiesen cómodos”, rompimos el principio de igualdad entre los españoles para que se “sintiesen cómodos”, tragamos ruedas de molino inconstitucionales para que se “sintiesen cómodos”, pero no se “sienten cómodos” y nos llaman expoliadores, vagos, extranjeros...
Cuando te los encuentras en Londres aclaran a todo el mundo que ellos no son españoles, que son como los kurdos o los armenios y aseguran vivir bajo yugo de la ocupación.
Ellos queman mi bandera, pitan a mi himno, destrozan los retratos de mi rey... pero el que “ofende” - por lo visto – soy yo.
Cambian sus nombres y sus apellidos para distanciarse de nuestro origen común, de sus ancestros aragoneses, castellanos, murcianos o andaluces... y cuando van de vacaciones al pueblo que vio nacer a sus antepasados miran por encima del hombro a todo el mundo.
Y no hay nada que hacer.
No hay nada que hacer porque ninguna cosa que se haga los atraerá hacia la razón.
Como son cuatro y el de la guitarra se han inventado lo de “els altres catalans” (los otros catalanes) que son los “catalanes” que proceden de otras partes de España (esos a los que cuando yo era pequeño llamaban “charnegos”) si el mentado ha nacido en Colombia o en Argelia pasa al grupo de los “nous catalans” (nuevos catalanes), y así, poco a poco, van sumando “catalanes” a su causa.
Dicen que esa Cataluña por la que mi familia lleva derramando su sangre seis o siete siglos no es mía, que es de ellos, que yo sobro y no tengo derecho a opinar sobre lo que se debe y no se debe hacer con mi tierra.
Y no entienden ni admiten que Cataluña, lo mismo que Extremadura o Murcia, es de todos los españoles... su lema es “nosaltres sols” (nosotros solos).
Son una minoría voluntariosa, fanática y dispuesta al odio.
Antipáticos, maleducados, paletos y chulos.
Son un cáncer para España y habría que tratarlos como tal... o dejarnos morir que, según parece, es la solución “democrática”.