Pasito a pasito, sin prisa, sin pausa, se van alcanzando los objetivos.
El pueblo español, hastiado de ver que ninguna cosa que haga – salvo liarse la manta a la cabeza – va a tener trascendencia política, se arrima con paso vacilante a las tablas.
Media España contempla atónita como un gobierno de incapaces, de sectarios, de radicales, hace lo que le viene en gana sin que la oposición comparezca para evitarlo.
Podría ser peor, pero ya es de por si bastante malo.
Con Zapatero a la cabeza, el PSOE se ha arrojado en brazos de las minorías canallas, se ha echado al monte de la polarización, ha traicionado los mas elementales principios de la convivencia... y se ha puesto sistemáticamente el cuerpo legislativo español por montera.
Para ello ha contado con la inestimable y necesaria colaboración de los medios de comunicación. Polanco primero, Polanco y Roures después, apoyan con su artillería mediática cualquier dislate que cruce fugazmente por esos cerebros sin estrenar que nos gobiernan.
Hemos pasado de democracia a demagogia sin percatarnos de que se producía en nuestra clase política, y en nuestra sociedad, un vaciado ideológico sin precedentes.
Las nuevas generaciones de políticos – víctimas de un sistema donde el mérito no tiene cabida – se engalanan de una inconsistencia intelectual capaz de sonrojar a un adoquín.
El pueblo soberano, en una siesta permanente inducida por los medios de comunicación, mas pendientes de Belén Esteban y Jesulín de Ubrique que por los cinco millones de parados que se avecinan, ve impotente (e indolente) como cualquier minoría marginal es capaz de imponer su credo ante la pasividad, cuando no la complicidad, de los que deberían gobernar “para todos”.
Y aunque todo es humo, prestidigitación, ilusionismo político para desviar la atención del respetable a debates intrascendentes y escándalos de cinco trajes, las consecuencias van a ser terribles.
Porque cuando la cruda realidad se haga presente, cuando la verdad desnuda estalle ante nuestros ojos, nos veremos en un camino angosto... apretados, confundidos, cabreados, buscando culpables fuera de nuestras filas, señalando con precisión lo que teníamos que haber hecho y no hicimos.
Es urgente que la ciudadanía tome las riendas... nuestra clase política ha perdido el norte y el caballo galopa desbocado hacia ninguna parte.
Y dado que lo único que nos han dejado es la capacidad de abuchear, va siendo hora que Zapateros, Bosés, Sindes y Bibianas no den un paso sobre el asfalto sin que les acompañe una pitada.
Y el 17 de Octubre, a la calle... a defender la libertad que nos quieren arrebatar, a evitar la matanza de inocentes.
No hay escusas.
Lo que está en juego es muy serio.
Con un poco de suerte quien tiene que defendernos y no lo hace, verá una oportunidad de que le voten si cambia de rumbo... no pido mas.
El pueblo español, hastiado de ver que ninguna cosa que haga – salvo liarse la manta a la cabeza – va a tener trascendencia política, se arrima con paso vacilante a las tablas.
Media España contempla atónita como un gobierno de incapaces, de sectarios, de radicales, hace lo que le viene en gana sin que la oposición comparezca para evitarlo.
Podría ser peor, pero ya es de por si bastante malo.
Con Zapatero a la cabeza, el PSOE se ha arrojado en brazos de las minorías canallas, se ha echado al monte de la polarización, ha traicionado los mas elementales principios de la convivencia... y se ha puesto sistemáticamente el cuerpo legislativo español por montera.
Para ello ha contado con la inestimable y necesaria colaboración de los medios de comunicación. Polanco primero, Polanco y Roures después, apoyan con su artillería mediática cualquier dislate que cruce fugazmente por esos cerebros sin estrenar que nos gobiernan.
Hemos pasado de democracia a demagogia sin percatarnos de que se producía en nuestra clase política, y en nuestra sociedad, un vaciado ideológico sin precedentes.
Las nuevas generaciones de políticos – víctimas de un sistema donde el mérito no tiene cabida – se engalanan de una inconsistencia intelectual capaz de sonrojar a un adoquín.
El pueblo soberano, en una siesta permanente inducida por los medios de comunicación, mas pendientes de Belén Esteban y Jesulín de Ubrique que por los cinco millones de parados que se avecinan, ve impotente (e indolente) como cualquier minoría marginal es capaz de imponer su credo ante la pasividad, cuando no la complicidad, de los que deberían gobernar “para todos”.
Y aunque todo es humo, prestidigitación, ilusionismo político para desviar la atención del respetable a debates intrascendentes y escándalos de cinco trajes, las consecuencias van a ser terribles.
Porque cuando la cruda realidad se haga presente, cuando la verdad desnuda estalle ante nuestros ojos, nos veremos en un camino angosto... apretados, confundidos, cabreados, buscando culpables fuera de nuestras filas, señalando con precisión lo que teníamos que haber hecho y no hicimos.
Es urgente que la ciudadanía tome las riendas... nuestra clase política ha perdido el norte y el caballo galopa desbocado hacia ninguna parte.
Y dado que lo único que nos han dejado es la capacidad de abuchear, va siendo hora que Zapateros, Bosés, Sindes y Bibianas no den un paso sobre el asfalto sin que les acompañe una pitada.
Y el 17 de Octubre, a la calle... a defender la libertad que nos quieren arrebatar, a evitar la matanza de inocentes.
No hay escusas.
Lo que está en juego es muy serio.
Con un poco de suerte quien tiene que defendernos y no lo hace, verá una oportunidad de que le voten si cambia de rumbo... no pido mas.