"La crisis económica que sufre Cataluña se ha hecho notar este año en la tradicional ofrenda al monumento a Rafael Casanova, en Barcelona, al transformarse los habituales abucheos de independentistas radicales a las delegaciones de los partidos en gritos de trabajadores afectados por los despidos.
Antes de las nueve de la mañana han empezado a desfilar las primeras delegaciones, empezando por la del PP de Cataluña, y ya a esa hora se encontraba apostado en los aledaños del monumento un centenar de trabajadores de Nissan y Roca afectados por los recortes de personal, que superaban de mucho, en número y en ganas de gritar, a los independentistas y a otros sectores reivindicativos, como los antitaurinos." [LD, 11/09/2009]
Para eso ha quedado.
La "tradicional ofrenda de flores" al estilo de la que hacen a la Pilarica pero en formato nazi-onalista, se ha convertido en una reunión de berreadores.
Sólo que esta vez los que berrean no son los "tradicionales" antisistema, sino personas que se han quedado sin trabajo… y los berridos no van contra los miembros del PPC, van contra la cúpula tripartita que – desde hace unos años – se dedica a hurgar en los bolsillos de los catalanes.
Entre los gritos uno: "Menos banderas y más trabajo"... interesante.
Los patrocinadores de la "senyera estelada", esa burda imitación de la bandera cubana, lugar donde – por cierto - se diseñó el trapito, han tenido que escuchar de sus gobernados una consigna que debería devolverles a la realidad.
Y la realidad es que en Cataluña, como en ninguna otra parte de España, la distancia que separa al pueblo y a su clase política es abrumadora.
La realidad es que la normalización lingüística, y llevan más de veinte años con la matraca, es un sonoro y castellano fracaso.
La realidad es que para que los catalanes vayan a votar, hay que llevarlos del ronzal, porque pasan de todo… y no me extraña, porque con lo hay en las rebajas se le quitan a uno las ganas de ir de compras.
Pero ellos siguen con su politiquita de tendero, soñando con la construcción de un imperio donde poder instalarse como la nueva aristocracia, eso si, a cargo del contribuyente español.
Gastan a mansalva en divulgar una lengua condenada a la extinción, en catalanizar a baleares, valencianos, franceses… en montar carísimas embajaditas de juguete, en tratar de cimentar – en definitiva - la ridícula caricatura de un Estado como Dios manda.
De camino, ya que estamos, se forran con ese dinero que "no es de nadie" y evitan – de paso - que usted cambie de coche por falta de presupuesto o reforme el baño de su casa.
Y amenazan con romper la baraja… porque como a los matones del recreo, nadie les para los pies.
Y es que el gobierno de España (marca registrada) no está por evitar que se desbarate nuestra "discutida y discutible" Nación, no está la igualdad de los españoles ante la ley, no está por evitar el saqueo de nuestros bolsillos… pero, ¿Qué se puede esperar de una clase política capaz de firmar un pacto como el del Tinell?
Antes de las nueve de la mañana han empezado a desfilar las primeras delegaciones, empezando por la del PP de Cataluña, y ya a esa hora se encontraba apostado en los aledaños del monumento un centenar de trabajadores de Nissan y Roca afectados por los recortes de personal, que superaban de mucho, en número y en ganas de gritar, a los independentistas y a otros sectores reivindicativos, como los antitaurinos." [LD, 11/09/2009]
Para eso ha quedado.
La "tradicional ofrenda de flores" al estilo de la que hacen a la Pilarica pero en formato nazi-onalista, se ha convertido en una reunión de berreadores.
Sólo que esta vez los que berrean no son los "tradicionales" antisistema, sino personas que se han quedado sin trabajo… y los berridos no van contra los miembros del PPC, van contra la cúpula tripartita que – desde hace unos años – se dedica a hurgar en los bolsillos de los catalanes.
Entre los gritos uno: "Menos banderas y más trabajo"... interesante.
Los patrocinadores de la "senyera estelada", esa burda imitación de la bandera cubana, lugar donde – por cierto - se diseñó el trapito, han tenido que escuchar de sus gobernados una consigna que debería devolverles a la realidad.
Y la realidad es que en Cataluña, como en ninguna otra parte de España, la distancia que separa al pueblo y a su clase política es abrumadora.
La realidad es que la normalización lingüística, y llevan más de veinte años con la matraca, es un sonoro y castellano fracaso.
La realidad es que para que los catalanes vayan a votar, hay que llevarlos del ronzal, porque pasan de todo… y no me extraña, porque con lo hay en las rebajas se le quitan a uno las ganas de ir de compras.
Pero ellos siguen con su politiquita de tendero, soñando con la construcción de un imperio donde poder instalarse como la nueva aristocracia, eso si, a cargo del contribuyente español.
Gastan a mansalva en divulgar una lengua condenada a la extinción, en catalanizar a baleares, valencianos, franceses… en montar carísimas embajaditas de juguete, en tratar de cimentar – en definitiva - la ridícula caricatura de un Estado como Dios manda.
De camino, ya que estamos, se forran con ese dinero que "no es de nadie" y evitan – de paso - que usted cambie de coche por falta de presupuesto o reforme el baño de su casa.
Y amenazan con romper la baraja… porque como a los matones del recreo, nadie les para los pies.
Y es que el gobierno de España (marca registrada) no está por evitar que se desbarate nuestra "discutida y discutible" Nación, no está la igualdad de los españoles ante la ley, no está por evitar el saqueo de nuestros bolsillos… pero, ¿Qué se puede esperar de una clase política capaz de firmar un pacto como el del Tinell?