Hay momentos en la vida de un hombre en el que la sangre de las venas se hiela instantaneamente. Tal es el caso cuando, por ejemplo, vas por primera vez al urólogo y te recibe un señor bajito que en vez de manos parece tener manojos de morcillas o, cuando tras sentarte en el sillón de la peluquería y empezar el locuaz peluquero a cumplir con su obligación, te comenta que le han dado cita para quitarle las cataratas... y lo hace sin dejar de darle gusto a la tijera.
Ambas cosas me han pasado y doy fé que el flujo sanguineo se me puso – en esos instantes - como un puré de patatas poco hecho.
De un tiempo a esta parte, me asalta la sensación de espesamiento sanguineo, dia si, dia no, al leer la prensa.
Entre los agentes espesantes, que con tanta eficacia me suben los colores y los calores, dilatando las venas de mi cuello hasta hacerlas irreconocibles, está esa cosa con pelo que dice que un ser de su misma especie, con catorce semanas, no es humano.
A este animalito que ostenta (mas bien detenta) una cartera ministerial, le han dado dinero para que una vez mas lo dilapide en estupideces. Es como si a un niño de doce años le das una visa oro, pero a lo bestia.
Se han dado cuenta estos irresponsables que tras treinta años de matraca sexual educativa (lo de la “educación sexual” empezó en los ochenta) el numero de embarazos no deseados, abortos, problemas derivados la actividad sexual (venéras, para entendernos) y propagación del SIDA, van en aumento.
Todo ello tras gastarse dinerales en repartir píldoras, preservativos y charlas en los colegios a cargo de gente que piensa que el sexo es un deporte.
Al quitarle al sexo el componente afectivo, tratándolo como una actividad lúdica que, a lo sumo sirve para liberar endorfinas, han banalizado el tema hasta hacer de ello un problema social.
Porque si fomentas la práctica del fútbol entre la gente joven, algo por otra parte muy deseable, debes estar dispuesto a asumir un incremento de esguinces de tobillo y problemas en los ligamentos cruzados... ¿o no?
Con una diferencia, que la práctica deportiva produce, en principio unos beneficios muy superiores a los males que conlleva, cosa que en la “educación sexual” no sucede.
No me malinterpreten, no estoy encontra de informar a los chavales, es más creo que es una obligación ineludible de sus padres y que el tema es lo suficientemente serio como para dejarlo en manos de cualquier indocumentado... pero hay que exigir que estos temas se traten con responsabilidad, es decir, dejándole a los niños bien clarito que lo del sexo es estupendo, pero no es un juguete.
¿Porque hay que hacerlo así?
Porque la práctica de este deporte puede terminar con la pérdida de una vida en proceso... una de esas que – a decir de algunas tontas de capirote – es un ser pero no es humano.
Ambas cosas me han pasado y doy fé que el flujo sanguineo se me puso – en esos instantes - como un puré de patatas poco hecho.
De un tiempo a esta parte, me asalta la sensación de espesamiento sanguineo, dia si, dia no, al leer la prensa.
Entre los agentes espesantes, que con tanta eficacia me suben los colores y los calores, dilatando las venas de mi cuello hasta hacerlas irreconocibles, está esa cosa con pelo que dice que un ser de su misma especie, con catorce semanas, no es humano.
A este animalito que ostenta (mas bien detenta) una cartera ministerial, le han dado dinero para que una vez mas lo dilapide en estupideces. Es como si a un niño de doce años le das una visa oro, pero a lo bestia.
Se han dado cuenta estos irresponsables que tras treinta años de matraca sexual educativa (lo de la “educación sexual” empezó en los ochenta) el numero de embarazos no deseados, abortos, problemas derivados la actividad sexual (venéras, para entendernos) y propagación del SIDA, van en aumento.
Todo ello tras gastarse dinerales en repartir píldoras, preservativos y charlas en los colegios a cargo de gente que piensa que el sexo es un deporte.
Al quitarle al sexo el componente afectivo, tratándolo como una actividad lúdica que, a lo sumo sirve para liberar endorfinas, han banalizado el tema hasta hacer de ello un problema social.
Porque si fomentas la práctica del fútbol entre la gente joven, algo por otra parte muy deseable, debes estar dispuesto a asumir un incremento de esguinces de tobillo y problemas en los ligamentos cruzados... ¿o no?
Con una diferencia, que la práctica deportiva produce, en principio unos beneficios muy superiores a los males que conlleva, cosa que en la “educación sexual” no sucede.
No me malinterpreten, no estoy encontra de informar a los chavales, es más creo que es una obligación ineludible de sus padres y que el tema es lo suficientemente serio como para dejarlo en manos de cualquier indocumentado... pero hay que exigir que estos temas se traten con responsabilidad, es decir, dejándole a los niños bien clarito que lo del sexo es estupendo, pero no es un juguete.
¿Porque hay que hacerlo así?
Porque la práctica de este deporte puede terminar con la pérdida de una vida en proceso... una de esas que – a decir de algunas tontas de capirote – es un ser pero no es humano.