Cada vez que estira la pata uno de estos personajes nefastos sobre los que se ha construido esta especie de cleptocracia que sufrimos, los periódicos se ocupan en repartir hidromieles hasta que a uno se le pone el estómago al revés de tanto azucarillo.
Le ha tocado el turno a San Marcelino Camacho, de quien lo mejor que podemos decir es que vivió austeramente, no como los sinvergüenzas que le sucedieron.
Sucede que en el cuarto poder, incluso en las tertulias “fachorras”, los tertulianos proceden mayoritariamente de esa izquierda radical que tan de moda se puso a finales de los setenta, cuando nos enteramos (mire usted que cosas) que en España, durante cuarenta años, nadie había pertenecido al Movimiento (solo Franco y cuatro mas) y todos eran demócratas de nacimiento.
Muchos de ellos, incluso, habían estado en inexistentes cárceles por razón de ideología, cuando la trena sólo la pisaban los comunistas probados, que dicho sea de paso, eran una especie muy, pero que muy escasa en la fauna presente en mi infancia, mi adolescencia y mi juventud.
El PSOE no existía, lo que había se llamaba PCE y era clandestino, es decir, que no se veía… y los comunistas, fieles a su tradición stalinista, eran unos tíos completamente entregados a la causa, que guardaban debajo del colchón una pistola para cuando hiciese falta.
Ahora nos cuentan que eran como Ghandi y la Madre Teresa juntos, pero es mentira.
No voy a decir que Marcelino fuera de estos, ni voy a negar que pisase la trena, pero subirlo a los altares me parece del todo improcedente.
La Transición en España se produjo a pesar de estos tipos y sus colegas.
Ellos no fueron nunca partidarios de la Transición (y no me lo invento, lo he vivido) ellos lo que querían era borrar del mapa cuarenta años de historia de España y volver al frente popular, algo que sus hijos y nietos están tratando de llevar a cabo en la actualidad… porque lo que propugnaban es lo que han propugnado siempre: cambiar el régimen que sea por una dictadura del proletariado, un régimen stalinista como el Castro, Ceausescu o Tito.
Además, en su condición de comunistas, estuvieron presentes en la creación de grupos tales como ETA, el GRAPO, Terra Lliure y unos cuantos mas que no llegaron a hacerse famosos (gracias a Dios). Para ellos, los seminarios, los colegios, las universidades, los sindicatos y cualquier otro tipo de colectivo en el que se infiltrasen, eran meras herramientas de propagación del marxismo... a estos tíos los trabajadores les importaban lo justito.
A estas hermanitas de la caridad del PCE debemos una buena parte de los problemas sociales que nos asolan… el resto se lo debemos a los niños bien del Movimiento que, en bloque, abrazaron los preceptos de la progresía para convertirnos en el saco de basura que somos ahora como Estado.
Ha muerto Marcelino Camacho y lo ha hecho en su cama… descanse en paz y que la misericordia de Dios haga el resto.