Mi familia y yo nos encerramos el día 12 de marzo, así que a día de hoy ya llevamos quince días sin salir de casa.
El abajo firmante, de vez en cuando, se da un salto a la farmacia o al supermercado, pero nada mas... tal y como están haciendo millones de españoles.
Leo la prensa por internet, recibo toneladas de "whatsapps" y una vez al día intento - con resultado variable - hacer una video conferencia con mis seres queridos.
Mi primogénito, destinado en la Brigada de la Legión, en Almería, patrulla con sus compañeros los pueblos de la provincia para dar seguridad y prestar apoyo a las fuerzas del orden.
Mi hija está tele-trabajando en casa a la espera de que le llegue el anunciado ERE temporal que le van a hacer.
Mi situación no es diferente a la de millones de mis compatriotas.
Pasamos el tiempo leyendo, viendo series por la televisión, ordenando la casa... y rezando.
Rezamos por los enfermos de esta pandemia y por los que - al margen de todo esto - sobrellevan dificultosamente sus enfermedades.
Rezamos para que este azote pase de largo por nuestros seres queridos.
Rezamos para que Dios acoja en Su misericordioso seno a los que mueran víctimas de esta maldita enfermedad.
Como a tantos otros, sin que el COVID 19 les haya golpeado directamente, empezamos a tener noticias de conocidos que han sido víctimas mortales de este virus... y tenemos la dolorosa certeza de que nos llegarán noticias de más fallecimientos.
Como a tantos otros, la impotencia nos invade cuando desde nuestro encierro vemos que lo único que podemos hacer es seguir encerrados.
Como a tantos otros, nos invade la tristeza cuando vemos crecer la cifra de muertos en España y escuchamos los angustiosos mensajes que nos mandan desde los hospitales los auténticos protagonista de la hazaña que estamos contemplando.
Como a tantos otros, me llevan los demonios cada vez que escucho por la tele, en las tertulias de este aparato asqueroso de propaganda en que se ha convertido la televisión, defender lo indefendible.
Gracias a algunos medios de información no afectos a la izquierda, nos vamos enterando con cuentagotas de las muchas cosas que nuestros gobernantes han hecho mal o - sencillamente - han dejado de hacer.
Nos vamos enterando de como los defensores a ultranza de la sanidad pública eligen la sanidad privada cuando se ven tocados por el virus.
Esa misma sanidad privada que se empeñan en denostar sacando a relucir la característica mas distinguible de la izquierda: su hipocresía.
En las bambalinas del gobierno, los seres mas abyectos de España, la gentuza mas indeseable, las malas personas, aquellos sobre los que Pedro Sánchez ha montado este gobierno de enterradores, protestan porque el Ejército, en vez de quedarse en casita, sale a la calle a echar una mano y a correr un riesgo cierto de contagio para que ellos puedan insultarlos o saltarse la cuarentena.
Los sacos de mierda podemita como Antonio Maestre, crean identidades falsas (Miguel Lacambra) para hacer campañas de informes "fake" en apoyo del gobierno... cada uno va accediendo a sus trece monedas de plata como puede.
Ajenos a la autocrítica, defienden lo que sea, como sea, cuando sea, pase lo que pase, en un alarde de cinismo, deshonestidad y miseria moral que queda al descubierto cuando la tozuda realidad les contradice.
Este gobierno no es que lo haya hecho mal... hacerlo mal es cuando intentas hacer algo y no lo orientas bien o - por circunstancias - te sale el tiro por la culata.
Este gobierno ha sido imprudente y necio.
Criminalmente imprudente.
Inmensamente necio.
Ha faltado a su responsabilidad y lo ha hecho por motivos ideológicos... porque para ellos la realidad solo se puede contemplar a través de su absurda ideología.
En plena pandemia, esa tía que consiguió ser ministro por acostarse con su jefe, se centraba en estudiar la crisis "desde la perspectiva de género" y en mandar a sus muy bien subvencionadas voceras a seguir con la matraca de que el "machismo mata más que el virus"... de que "el machismo si que es una pandemia" y no lo que estamos pasando.
Han empezado a contarnos que la crisis empezó el 9 de marzo, que "antes" no había motivos para alarmarse, que las manifestaciones del 8M no tuvieron nada que ver con la propagación del virus.
Ellos siempre a la suya, a seguir dirimiendo el uso de las vocales, la penalización de los piropos y esas otras cosas tan importantes con las que saquean las arcas del Estado.
Son unos irresponsables, son unos incapaces, no están preparados y adolecen de la altura moral necesaria para hacer frente a esta crisis.
Pero no se irán.
Sobrevivirán a esto y, cuando el peligro haya pasado, volcarán toda su maquinaria mediática en exculparse ante la sociedad de su comportamiento... algo que - de hecho - ya han empezado a hacer.
Y no debemos dejar que eso ocurra.
Tenemos que mantener la memoria fresca y el ánimo fuerte para, mañana, cuando el problema no sea de vida o muerte, estos sinvergüenzas pasen por caja.
Estos sinvergüenzas y los otros, todos aquellos que consideran que el periodismo es esa basura dolosa que practican... los mercenarios del detritus, los Antonio Maestre de la vida.
Yo lo voy a recordar.
Y les pido que hagan ustedes lo mismo.
Esto no puede volver a pasar... no debe volver a pasar.