Ya en mi temprana juventud aprendí que es rigurosamente cierto lo que dice el refrán "quien con niños se acuesta, mojado se levanta".
Confiar en quien no debes, te conduce en no pocas ocasiones a tomar decisiones erróneas (en el mejor de los casos) o a situaciones de las que después no te queda otra que arrepentirte.
Le pasa a todo el mundo, lo difícil es darse cuenta del error y enmendarlo.
Creo que fue a finales de los ochenta del siglo pasado cuando mi padre me pasó una breve reseña, publicada en un periódico de tirada nacional, sobre la muerte de cierto general ruso (de la extinta URSS) en la que describían sus méritos y condecoraciones.
Me llamó la atención el hecho de que había sido condecorado por su trabajo con los grupos ecologistas alemanes y holandeses. Esa distinción se le otorgaba por haber impulsado la lucha contra la energía nuclear en la Alemania libre y en los Países Bajos... poniendo de relieve - con toda naturalidad - que esos grupos ecologistas que tanta lata dieron, estaban apoyados y subvencionados por la URSS.
No fue lo único que subvencionaron, la mayor parte de los grupos terroristas (por no decir todos) que llenaron Europa (y España) de sangre en la segunda mitad del siglo XX, recibían ayuda de una forma u otra de los servicios de inteligencia soviéticos... y eran de corte marxista.
La caída del muro de Berlin expuso el secreto mejor guardado: que los países de la órbita comunista eran un fracaso en todos los sentidos.
Vimos regiones devastadas, contaminadas y empobrecidas... un atraso tecnológico impresionante y la evidencia de que las oligarquías rusas habían sustituido directamente a la corte de los zares, acumulando las riquezas que se negaban a ese pueblo que explotaban bajo un régimen de terror.
Ese secreto expuesto a la luz dejó en evidencia a los que - en occidente - se dedicaron a custodiarlo con entusiasmo... la "intelectualidad" de izquierdas, los promotores del vergonzoso "mayo del 68".
Durante unos años, aquellos que defendían las bondades del marxismo tuvieron que callarse porque la evidencia de la mentira que habían defendido a capa y espada era aplastante.
Pronto, las banderas rojas fueron mudando (y yo lo vi) hacia otras formas de protesta revolucionaria.
El obrero, pieza fundamental de la "lucha de clases", se había acomodado al capitalismo, y la propia "lucha de clases" - en vista de los resultados - empezaba a parecer un concepto poco atractivo.
Había que cambiar de objetivo, tenían que buscar una nueva base social que sustentase el odio... y la encontraron en los inempleables y los desequilibrados.
El ecologismo mudó hacia formas de animalismo irracional, la lucha por un trabajo digno hacia formas de vida marginales, florecieron los movimientos anti-sociales, de "okupación", de defensa de "derechos" sexuales, o peor aún, de defensa de la "ideología" de "género"...
Cualquier desequilibrado (y no estoy usando este término como insulto) que fuera inasequible a la moderación o al esfuerzo intelectual, se apuntaba con entusiasmo a alguna de estas causas.
Los colectivos feminazis, el talibanismo rosa, los movimientos de "transformación de la realidad", responden a la necesidad de crear una masa irracional dotada de un odio indefendible para sostener "la lucha" que, en los países que promueven y financian estas cosas, no se puede desarrollar... porque está perseguida.
Sucede que todos estos movimientos se desarrollan siempre en países donde la defensa jurídica está asegurada y el bienestar social alcanza cotas propias del primer mundo... seguramente porque cuando el problema es comer o encontrar agua, lo demás pasa a segundo plano.
Y este es el contexto en el que hay que entender lo que pasa.
El hombre, aterrado por el vacío espiritual infinito que le fomenta esta basura de sociedad en la que estamos inmersos, busca causas que le dignifiquen, colectivos en los que apoyarse, culpables en quienes proyectar su incapacidad de llenar la oquedad que le asola.
Y los de siempre, los que se alimentan y enriquecen con el odio, los profesionales de la mentira, les acogen con los brazos abiertos.
A los de Ciudadanos le han echado del "día del orgullo" y están muy dolidos... cuando deberían estar contentísimos de que la piara de tarados que los ha expulsado de ese espectáculo incalificable, no los reconozca como iguales.
¿O no aprendieron aquello de "dime con quien andas y te diré quién eres"?
El año que viene harían bien en ahorrarse el disgusto.
Y ya que estamos, impulsar que no se malgaste el dinero público en apoyar a las asociaciones que fomentan el odio o las extravagancias.
No nos sobra la pasta... y seguro que se les ocurre algo mejor en que gastarla.