sábado, 6 de julio de 2019

Extremo-centro

El centro nació en España con vocación de bisagra.
El centro es - como ya he dicho en otras ocasiones - ese lugar confortable donde caben todas las ideas siempre que no le exijan a uno defenderlas.
A veces, cuando sopla levante, el centro se arrima a la izquierda, y si sopla poniente, a la derecha.
En el centro es tan defendible la natalidad como el aborto, la unidad nacional como el federalismo... sólo sucumben a la corrección política y la dictadura rosa.
Por eso, llama poderosamente la atención que los partidos de centro, cuando llega la hora de pactar se comporten como hooligans.
Los del extremo centro naranja han decidido que la nueva política consiste en poner lineas rojas a diestro y siniestro y en intentar que siendo la segunda o tercera fuerza, se les otorgue el mando... siempre en base a su apoyo para facilitar la gobernabilidad.
Y no me parece mal.
El que les ha votado - a lo mejor - eso es lo que quiere... y no seré yo quien critique a un partido por hacer lo que le piden sus votantes.
Al otro representante de la nueva política, el jeta de Galapagar, le pasa lo mismo.
Pierde votos a cascoporro pero exige ministerios, ya que su apoyo, desgraciadamente, no es todo lo decisivo que precisa una vicepresidencia.
Al final la nueva política se resume a gobernar sin apoyo en vez de alcanzar consensos.
Para el extremo centro, Vox tiene que brindarle apoyo sin recibir nada a cambio.
Es mas, debe brindarle apoyo a cambio de desprecios... por patriotismo, que es esa palabra que siempre le ha costado pronunciar al melifluo centro español.
De modo que Vox, en opinión del extremo-centro, debe renunciar a defender aquello por lo que le han votado para dárselo a ellos.
Así, el votante de Vox, que no se sabe muy bien de que cueva ha salido, tiene que renunciar a que sus representantes intenten influenciar en la política para que triunfe la nada ideológica de los que hoy se levantan con un pie y mañana con otro.
Y eso debe ser porque a la nueva política el poder le llega - como al Caudillo - "Por la Gracia de Dios".
Y tengo en estos momentos el corazón partido (como diría Alejandro Sanz) porque siento que no alcanzar un consenso en Murcia o Madrid solo beneficia al del avión... y esa - coincidirán conmigo - no era la idea.
Pero entiendo que renunciar a hacer política no puede ser la exigencia que los ultras de la bisagra le pongan a Vox... porque es (entre otras cosas) antidemocrático.
Y que quieren que les diga, votar a Vox para que mande Ciudadanos, sin pacto alguno, tampoco creo que sea lo que quieren los que votaron a la formación de Abascal.
Si se pierden las dos comunidades, no se equivoquen, se lo deberemos a Rivera que ha convertido la bisagra en un cerrojo.
Vox no pide nada raro y, sobre todo, no pide nada que Ciudadanos no haya pedido anteriormente... cuando no era el extremo-centro español.