viernes, 22 de febrero de 2019

El centro y la equidistancia

No es la primera vez que me pongo frente al papel en blanco para hablar del centro.
El "centro", entendido como lugar alejado de aspavientos, como zona de equidad, es sin duda un lugar deseable... lo que pasa es que en España eso no existe.
El "centro" es, en España, la zona de confort de los equidistantes.
Ser "de centro" proporciona la confortable (aunque falsa) sensación de pertenecer a un selecto grupo de "moderados"...  definirse "de centro" impide ser acusado de fascismo, machismo, integrismo religioso o cualquier otra cosa que te amargue el desayuno.
Los de "centro" pueden estar de acuerdo contigo un día si y otro no... porque ese lugar político al que aspiran la mayor parte de los partidos en España, no es otra cosa que la nada ideológica, la equidistancia geométrica, el relativismo coyuntural...
En España, el "centro" es ese lugar donde no se defienden las banderas, donde se juega con la cal y la arena, donde se mira con recelo al que está dispuesto a defender con vehemencia lo que considera de justicia.
Para uno de "centro", lo mismo es Vox que Podemos, Ortega Lara que Otegui, el Papa Francisco que el Ayatolá Alí Khamenei, la enseña nacional que la estelada... no hay Patria sino Constitución o "democracia" y todo, absolutamente todo, es negociable.
Del deseo de pertenecer a este selecto grupo de hombres sin ideas, se ha estado nutriendo durante décadas la izquierda.
El método utilizado ha sido tan simple como eficaz: el sambenito.
Cada vez que un "centrista" se oponía (aunque fuese en lo menor) a las imposiciones de la izquierda, era acusado de "derechona", de "facha", de "homofobia", de "intransigencia"... y el equidistante, inmediatamente, rectificaba, porque llevar el sambenito de los "fachas", era un lujo que no se podía permitir.
El centrista siempre ha querido contentar a todos, pero, en España, sobre todo, a la izquierda.
Sustituir la defensa de la Patria por la defensa de la "Constitución" o de la "democracia" ha sido una de las cesiones ideológicas mas abyectas que nuestro "centro" ha asumido.
Se puede ofender a la Patria pero no "a la democracia" o "a la Constitución"...  para los equidistantes, es libertad de expresión quemar la bandera de España o el retrato del Rey, pitar al himno nacional, cometer cualquier indignidad contra los símbolos que representan nuestra común Patria, pero no se puede decir que esta Constitución es una castaña y que hay que cambiarla... lo atemporal es sustituido por lo inmediato, como si la Patria no hubiese sobrevivido a monarquías, repúblicas, constituciones o dictaduras.
A día de hoy, cuando existe un empeño claro y manifiesto, por romper la unidad de España, nuestros políticos se atrincheran en la defensa de la Constitución como único medio de conjurar un mal que (en cierto modo) ha traído esa misma Constitución.
Y no esta mal que se defienda la ley... yo soy el primero que desea ese bien, pues - como dijo acertadamente el Jefe del Estado - no hay libertad sin ley.
Porque la ley, no lo olvidemos nunca, es el medio por el cual se salvaguardan los bienes superiores. Es la herramienta que permite que los dinamiteros sean expulsados de la convivencia, es - de hecho - lo único que nos salva del caos.
Sin embargo, en manos de los equidistantes, la ley se aplica de forma laxa, con miedo, sin empuje... no vaya a ser que nos cuelguen el sambenito.
Lo acaecido en Cataluña en los últimos años es una muestra de como la cesión de principios por parte de nuestros equidistantes políticos ha llevado a una situación que - debiendo haberla resuelto el poder ejecutivo - ha terminado en manos del poder judicial.
El Estado, en defensa de sus leyes, está obligado a ejercer la violencia... quien no está en absoluto autorizado a ello es la chusma que, a día de hoy, son los únicos que la ejercen.
Por esa falta de convencimiento en la aplicación de la ley, por esa falta de soporte ideológico, por esa desidia a la hora de defender los valores tradicionales frente a los sistemáticos ataques de la izquierda y los nacionalistas, por esa patología de asociar con "el franquismo" el patrimonio espiritual de todos los españoles, es por lo que nos encontramos ahora así.
No soy "de centro", no soy indiferente al nacionalismo, no veo desde la equidistancia a quien quiere mantener mi Patria unida y a quien quiere destruirla... no son lo mismo Ortega Laga que Otegui, quien ofende a España me ofende y quien renuncia a defenderla, que quieren que les diga, es mi enemigo.
Y eso no tiene nada que ver con la moderación... tiene que ver con la ley, con la justicia y con todas esas cosas que deberían sobrevivirnos si fuésemos un pueblo digno de tal nombre.