jueves, 7 de febrero de 2019

Futuro incierto

En el 68 yo era un niño más del "baby boom".
La generación de mis hermanos mayores se lanzó con entusiasmo a abrazar todas esas estupideces que - pasadas unas décadas, nos han puesto en la tesitura de tener que defender la evidencia de que "debajo de los adoquines de París no estaba la playa, estaban las cloacas" (Aquilino dixit).
La juventud de mi infancia abrazó extasiada cualquier cosa que supusiera una "ruptura" con "el antiguo régimen".
Y puedo entender que - en efecto - "el antiguo régimen" no era ni mucho menos perfecto, pero lo de "Sé realista, pide lo imposible", "Leer menos, vivir mas", "Cuanto más hago el amor, más ganas tengo de hacer la revolución" y el tradicional "Haz el amor, no la guerra" son eslóganes que sólo pueden asumirse en un estado de enajenación mental o bajo los efectos de compuestos psicotrópicos.
Con semejante bagaje de naderías en las siguientes décadas nacieron en la Europa Occidental muchos movimientos (una buena parte de ellos financiados por la URSS) que se dedicaron con incomprensible devoción a demoler lo que había sin, por supuesto, construir nada en su lugar.
España no fue diferente.
Atemperadas por el tardofranquismo las ridículas modas que asolaban Europa tardaron un poco en implantarse... pero llegaron.
Los que como Otega y Gasset defendíamos lo de "no es eso, no es eso" contemplamos horrorizados el viaje a ninguna parte que hizo la juventud - ahora si - que nos tocó vivir.
A la vuelta de cincuenta años de aquello hechos, de tanto "Leer menos, vivir mas" nos enfrentamos a la generación de políticos mas incultos de los últimos trescientos años al frente de movimientos irresponsables cuya finalidad es - únicamente - la destrucción de la sociedad.
A diferencia de entonces, o quizá debería decir igual que entonces, los regímenes que representan todo lo opuesto a estos movimientos, son los que los financian. No es la URSS pero es Venezuela o Iran... más de lo mismo con ligeros matices.
Como han crecido en el relativismo mas obsceno, el edonismo estructural y el individualismo mas pernicioso, se dedican a tomar decisiones con un horizonte que no excede a los cuatro años... momento en el que dejarán el poder por sus malas acciones tras haber vaciado las arcas del Estado.
Cada vez que nos ponemos en manos de estos inútiles nos pasa lo mismo... no aprendemos.
De aquellas aguas, uno de los lodos mas viles que ha calado en esta sociedad de cartón piedra es es "el pacifismo".
Decía Chesterton que los pacifistas "tienen la extraña idea de que se pueden conservar algunas cosas renunciando a defenderlas".
Esa "paz a ultranza", "paz por encima de todo", nos ha llevado a una sociedad indigna de tal nombre que recurre a la cesión sistemática ante los que - contrariamente a ti - están dispuestos a luchar por lo que quieren... aunque lo que quieren sea - sencillamente - destruirte.
Porque (Chesterton de nuevo) "Lo malo de los pacifistas no es su visión de la guerra, sino su visión de la paz".
Los que tenemos claro que el soldado no lucha porque odie lo que tiene delante, sino porque ama lo que tiene detrás, contemplamos con estupor - y dolor - esta renuncia a su propia defensa que ha asumido la sociedad Española.
Y si, hay guerras buenas, hay guerras que merece la pena luchar, batallas que tenemos que librar para conservar "algunas cosas"... hay guerras defensivas, de supervivencia.
Creo que fue Nevill Chamberlain el que dijo "Renunciamos a la dignidad para mantener la paz y al final tuvimos que ir a la guerra".
El que tenga oídos que oiga.