El estrambote que proyecta la caja tonta todos los días con la intención de erradicar la realidad de las cabezas de los españoles es tan grosero, que - a poco que se analice - se desbarata como un castillo de naipes.
A los pobres periodistas que tuvieron la dignidad de prestarse a leer el manifiesto de la pasada concentración ciudadana a favor de la unidad de España y la convocatoria de elecciones generales, les ha caído la del pulpo.
Menos bonito, les han llamado de todo, incluyendo afirmaciones tales como que son una vergüenza para la profesión... lo cual podría ser mas o menos discutible si no se diese la circunstancia de que los que emiten semejantes acusaciones pertenecen a lo mas granado de la pocilga mediática que lleva, desde hace ya muchos años, haciendo de mamporrero a sueldo de la izquierda mas radical y descerebrada que se ha visto en España desde el inicio de la democracia.
La indignación generalizada de los mercenarios de la plumilla ante el hecho de que un nutrido grupo de españoles haya tenido "la indecencia" de manifestarse contra Pedro Sánchez, pone de manifiesto que las escuelas de periodismo de España son, básicamente, procesadoras de basura para alimentar los comederos de las pocilgas de Roures.
Por obra y gracia de Mariano Rajoy y Soraya Saenz de Santamaría, que fueron los que - pudiendo impedirlo - permitieron el monopolio mediático en España, tenemos un "cuarto poder" que no actúa como tal... que no cumple su misión de control, que elude su responsabilidad informativa y carece de códigos deontológicos. A día de hoy nuestro "cuarto poder", en manos de los Roures y las burgalesas bidivorciadas, es el ministerio de propaganda de Goebbels al servicio de todo aquel que quiera hundir a España.
Y se nota.
Se nota en el retorcimiento de los argumentos esgrimidos por los emisarios y en como, tertulia a tertulia, repiten los esbirros las mismas consignas una y otra vez.
Con todo, lo peor se manifiesta en la prueba de la baba, en la obligatoriedad de atacar - venga o no a cuento - a cualquiera que discrepe del dogma o ponga en duda la fiabilidad de la información.
La manifestación de ayer reunió fácilmente a doscientas mil personas... no fue un millón, pero desde luego, no fueron cuarenta mil.
Si la manifestación hubiese sido un fracaso de verdad (recuerdo una concentración orquestada por Podemos en la Puerta del Sol que no llegó a reunir quinientas personas) no se esforzarían tanto en machacarnos con el argumento... bastaría con mostrar tres imágenes.
Pero no van por ahí los tiros.
Los tiros van por afearnos a los discrepantes que hayamos tenido la osadía de manifestarnos contra Pedro Sánchez.
La siempre patética Eva Ache, musa indiscutible de la piara, se dirigió a los manifestantes usando el hashtag #SoisUnosMierdas... muy democrático y tolerante. Como son ellos y ellas.
La consigna difundida por los hipócritas multimillonarios de izquierdas es que los manifestantes de ayer no tenían razones para salir a la calle porque los motivos que les impulsaron a hacerlo eran mentira.
Todo es mentira.
Es mentira que Pedro Sanchez se reuniese con Torra en Barcelona y que acordase "cosas"... y algo debió acordar porque el bocachancla de Torra, que hasta la reunión con el sologuapo nos había estado deleitando a diario con sus rebuznos, ha mantenido un prolongado y sospechoso silencio. Silencio que - no se a ustedes - pero a mi me tiene desde hace unos días con la mosca detrás de la oreja.
Será que es mentira que se planteó una reunión "bilateral" con un "observador"... y será mentira porque al observador internacional hubo que cambiarle el nombre varias veces, pasando por "facilitador", "dinamizador de diálogo" o "relator"... mucho esfuerzo para un elemento inexistente.
Tampoco será verdad que las negociaciones siguen en pié, pero en el momento de escribir estas lineas, los secesionistas siguen insistiendo en que no se ha roto nada, los puntos a discutir siguen siendo los mismos y manifiestan su asombro ante el "cambio de actitud" del equipo de Pepu...
Y aquí no me queda otra que decir lo que he dicho siempre: Torra y compañía son mas malos que la quina, pero no mienten. Siempre dicen lo que piensan y cuales son sus objetivos.
De modo que el que miente - y mucho - es un gobierno que trata de convencernos de que no ha habido negociación alguna, que esa negociación no se ha hecho de espaldas al parlamento y que se ha "roto" por culpa del cambio de actitud de los independentistas.
Mienten con toda la boca... y se merecen no una, sino mil manifestaciones.
Y ojalá se las encuentren hasta que decidan convocar elecciones y devolver "al pueblo" su derecho a decidir quien debe gobernarle.
Derecho que, por cierto, le ha arrebatado Pedro el del Falcon con la ayuda de Pablo el del Chalet y los filoterroristas de toda la vida.
Afirmación que, seguramente, también será mentira.