Admito que mi afición por el fútbol es casi inexistente… de cuando en cuando veo algún partido con los amigos y – créanme – lo hago mas interesado en compartir un rato con ellos que en el resultado del marcador.
Me resulta incomprensible que se pueda editar un periódico de treinta o cuarenta páginas, que hable sólo de fútbol… y me sorprende que en los telediarios se dedique el mismo tiempo al deporte (fútbol sobre todo) que al resto de los contenidos.
De modo que la divagación de hoy, probablemente, tenga el sesgo de mi carencia emocional al respecto, así que les ruego sean benévolos conmigo.
Dicho esto, mi comentario va dirigido al fenómeno “hooligan”.
Hace poco un hincha del Deportivo ha perdido la vida en una reyerta con unos hinchas del Atlético de Madrid.
Me llegan noticias de que las mencionadas hinchadas se citaron por las redes sociales para pelearse, y que los implicados en la reyerta, además, pertenecían a grupos políticos opuestos: los “Riazor” a ultraizquierda y los del “Frente” a ultraderecha.
Al final, uno de los que vino “a montarla” ha terminado muerto, y contemplo con estupor como – de repente – “la violencia en el fútbol” se ha convertido en una preocupación.
En los últimos veinticinco años habrán muerto en España alrededor de diez o doce personas por esta causa, pero si contamos los puntos de sutura, chichones, roturas de huesos y destrozos en comercios, la cifra se vuelve insoportable.
Y esto viene siendo así desde que tengo uso de razón.
Ya sé que no es el fútbol el que genera al tarado, sino que es el tarado el que genera al hooligan, pero creo que los clubs son muy, pero que muy condescendientes con estos homínidos.
El Jimmy, por poner un ejemplo, tenía cuarenta y tres años, estaba casado (dos veces) y tenía dos hijos, el menor de cuatro años... y estaba en Madrid, metido en una reyerta multitudinaria (ciento sesenta implicados) con sus compañeros de “peña deportiva”, tratando de abrirle el cráneo con una silla a un semejante del Atlético de Madrid.
El Jimmy vino a eso… para el Jimmy y para todos los tarados que se vieron involucrados en la pelea, el fútbol es una excusa, una válvula de escape a sus frustraciones, a su discapacidad afectiva.
Al Jimmy – visto lo visto - el fútbol le importaba un carajo.
Y ahora quieren hacerle un funeral en el Estadio.
¿No es este un ejemplo de condescendencia?.
Funerales de héroe a un desgraciado que se desplazó a Madrid a dejar los colores de su equipo a la altura del betún.
¿Qué le pasa al Club? ¿Le parecen pocos los Jimmys que ya tiene?
Al Jimmy lo han asesinado, y lo han hecho aplicándole la medicina que él mismo estaba dispuesto a aplicar a sus asesinos…
Quiero pensar que acabar con la vida de Jimmy no era la intención, que “se dejaron llevar” y el del "Riazor" cargó con las consecuencias… pero estaban ahí, en la reyerta, convocados a través de redes sociales, armados de palos, piedras y cuchillos… ¿qué esperaban?
Lamento la muerte del Jimmy, nadie merece perder la vida por una causa tan absurda, pero espero que – al menos – sirva para que los que gestionan este negocio asqueroso en el que se ha convertido el “deporte rey”, se replanteen algunas cosas.
Porque los monos, donde tienen que estar, es en el zoológico.