Según la mafia universitaria, la “casta” tiene la culpa de todo.
De hecho la “casta” aglutina todo lo malo: políticos corruptos, banqueros avariciosos, multinacionales metiches, imperialistas yanquis, etcétera.
La “casta” sirve igual para un roto que para un descosido, y convenientemente incluida en una frase cualquiera, convierte un eructo en un pensamiento de Confucio.
A los demás – los que nos manifestamos escépticos frente a tamaña erudición - nos reservan “la caverna”, que es el otro saco de simplezas con el que engañan a un pueblo dotado de mucha mala leche y poco cerebro, que es el que disfrutamos en España.
La “casta” es, en efecto, responsable de parte de nuestras cuitas.
La “casta” ha robado, ha prevaricado y ha legislado con vileza… pero en mi opinión, eso sólo la hace responsable de una parte (relativamente pequeña) de nuestra desgracia.
En España, la parte del león de nuestra ruina ha corrido a cargo no de la “casta”, sino de la “chusma”.
La “chusma” es esa masa de holgazanes que durante los últimos años se han acostumbrado a vivir cobrando subvenciones.
Un cuñado mío que tenía una finca mediana a las afueras de Las Cabezas de San Juan, se veía obligado a firmarle “peonadas” a los guardeses (sueldo aparte) porque si no, se negaban a quedarse en la finca. En la finca tenían casa, luz, teléfono y un sueldo por realizar un trabajo, pero si no trincaban del PER la madre, el padre y los dos hijos, se despedían…
Prevaricaba mi cuñado por la necesidad de tener a alguien en la finca que impidiese el saqueo de la misma, que era lo que pasaba cuando no tenías guardés.
En otro pueblo a las afueras de Sevilla, donde he pasado muchos veranos de mi vida, durante el boom del ladrillo, determinados trabajadores ganaban dinero a destajo sin dejar de cobrar "el paro agricola"… era la cosa tal, que en una ocasión hubo que llamarle la atención a uno que tenia domiciliado el cobro del PER en el concesionario de coches.
Tras la muerte de mi suegra, al dividir la herencia, fue menester partir una finca que – arrendada a un labrador – constituía la única renta que percibía mi suegra y que le permitía vivir sin excesos pero sin ahogos. El labriego en cuestión, que se había comprometido por escrito a no poner trabas en el caso de que se presentase esta situación, trató de chantajearnos con la amenaza de impedir la venta o, cuando menos, demorarla, si no le dábamos un dinero a cambio… afortunadamente el contrato de arrendamiento estaba bien redactado y no fue preciso ceder al chantaje… pero la intención estaba – bien clara - sobre la mesa.
Ayer, en la tele, un señor de aspecto bastante saludable, rodeado de algunos aceituneros altivos, clamaba contra el gobierno diciendo que los “trabajadores” lo único que querían era un sueldo digno por hacer un trabajo digno… y repetía ese discurso populista que tantas veces hemos oído en boca de los chorizos sindicales al uso… esos que repartían el dinero de los fondos europeos entre los amiguetes.
En España, es verdad, hay “casta”… pero lo que hay a paletadas es “chusma”, y nuestra crisis, en buena parte se ha debido a la necesidad sentida en la “casta” por mantener contenta a la “chusma”.
Acabar con la “casta” va a ser difícil… pero para acabar con la “chusma” necesitaremos varias generaciones.