El otro día se me ocurrió que podría montar un negocio que se basase en revisar hemerotecas y vender informes a los tertulianos y dirigentes políticos.
El negocio consistiría en crear una base de datos de temas relacionados con la política.
La taxonomía de almacenamiento podría ser por partidos políticos y la categorización temática incluiría entradas tales como ETA, paro, inmigración, aborto, LGTB, impuestos, corrupción, etc, y se podría hacer una subcategoría que fuese Twitter, artículos periodísticos, declaraciones en TV, programas electorales...
Todo ello aportando datos como la fecha en que se produce la declaración y algo de contexto (en el marco de una reunión en Europa, en la negociación de investidura, en un pacto concreto...)
De este modo, se podría acceder a lo que han ido diciendo todos y cada uno de los partidos en las sucesivas elecciones, sesiones de investidura, declaraciones públicas... sobre temas concretos o en intervalos de tiempo concreto.
El trabajo consistiría en recoger la declaración, cotejar su veracidad y almacenar su contenido, enlazandolo a la base de datos que permitiría acceder rapidamente a ella.
Dada la volatilidad ideológica de nuestros políticos, esta empresa daría trabajo a bastante gente.
Intuyo que sólo para lo que dice Pedro Sánchez, necesitaríamos en trabajadores el equivalente a un Regimiento de Infantería... porque si hay una cualidad destacable en este inmenso saco de ambición personal, es la de desdecirse de un día para otro y afirmar hoy lo que negó ayer y pondrá en duda mañana.
Colgada en Internet, esta base de datos permitiría superar el síndrome de Dory (personaje de "Buscando a Nemo") que es un pez cirujano que hace alarde como nadie de su memoria de pez... es decir, de olvidar inmediatamente lo que ha pasado.
Porque resulta muy llamativo que vivamos en una sociedad cuya memoria se remonta a hace ochenta años pero es incapaz de recordar lo que pasó el año pasado o - peor aún - el mes pasado.
El empeño de la izquierda trilera (valga la redundancia) en mantener este estado de cosas, reside en su infinita capacidad de manipular la Historia para generar en nosotros sentimientos de culpa o - simplemente - para crear una realidad alternativa que les favorezca.
El máximo exponente de la estafa se llama “Ley de Memoria Histórica”.
Esta ley, básicamente, propugna que media España era malísima y la otra mitad no… creo que no necesito explicar aquí cual era la media España mala y cual la buena.
La ley pretende - como en el antiguo Egipto - borrar todo rastro de determinados faraones, pero da un paso más, prohibe hablar, escribir o tener recuerdos en casa de dichos faraones.
Para ello, se quiere formar unos “comités de la verdad” (comités de la memoria) compuestos por personas que no pueden tener memoria de la época porque no habían nacido, que probablemente tampoco saben Historia, y - coincidirán conmigo - que la verdad les importa una higa, pues la mentira y la calumnia, en el ideario de la izquierda, ha sido siempre un arma política.
Y no lo digo yo, lo han dicho ellos en repetidas ocasiones.
Como calumniar no les pasa factura lo hacen sistemáticamente con los políticos de derechas… y no digo yo que de cuando en cuando no den en el clavo, pero casos como el Rita Barberá (que murió antes de ser exonerada de todo cargo) o de cierto político de Castilla la Mancha (del PP) obligado a dimitir por un caso de corrupción relacionado con plantaciones de algodón (del que salió absuelto años después) son muy comunes.
Mientras tanto de los casi 8.000 millones de euros (ocho mil) que no aparecen por ninguna parte en la Junta de Andalucía, el caso ERE (que la juez que lo lleva ha hecho dormir el sueño de los justos a la espera de prescripciones) o el caso EDU (que pringa a los sindicatos “de clase”, y de refilón al marido de Susanita), nadie habla.
Eso si, que Cristina Cifuentes robase dos cremas en un supermercado Erosky llenó portadas una semana entera.
Es la manipulación mediática en manos de la izquierda que, desde que Sánchez e Iglesias se hicieron con el poder, se ha incrementado hasta la nausea.
La reforma de la Ley de Memoria Histórica que tenía que haber abolido Rajoy (tal y como llevaba en su programa electoral) que están preparando estos descerebrados, pone a España a la altura de la Europa del Este en materia de persecución ideológica… multas para quien permita - por ejemplo - una reunión de antiguos componentes de la División Azul (con cierre del local), decomiso de recuerdos franquistas, fomento de la delación por parte de vecinos y amigos, multas por escribir o decir lo que no quieren escuchar los constructores de la nueva verdad… lo del Gran Hermano de 1984 será “pecata minuta” con el paraíso orweliano que nos están preparando los sanchistas y sus amiguetes filoetarras.
Si quieren pasar un buen rato (lo digo en broma) consulten el Boletín Oficial de las Cortes Generales nº 66-1, de fecha 30 de julio de 2019… cuando terminen de vomitar, verán que no he inventado nada.
Y hablando de memoria…
Yo también tengo un poco de memoria (cada vez menos) y si esta no me engaña - que creo que no - les puedo contar que hasta que llegó Pedro Sánchez a ser candidato por el PSOE, en España no se habían repetido unas elecciones generales.
Como en su día no votamos lo que quería el niño del falcon nos hizo (con el “no es no”) repetir comicios, y como los españoles no le dieron la razón, se confabuló con sus amiguetes para arrebatarle el poder al PP en una moción de censura que probablemente podría haber evitado Albert Rivera si no le hubiesen engañado como a un chino con lo de convocar elecciones de inmediato… ahora Pedrito parece que quiere nuevas elecciones.
¿Nos hará repetir las elecciones hasta que le votemos a él?