sábado, 23 de marzo de 2019

Justicia, cobardía y ejemplaridad

Contemplo atónito el espectáculo incalificable que el jefe del ku klux klan catalán está dando con los lacitos amarillos y las pancartas en mi patria chica.
El braquicéfalo de Blanes (abogado al parecer) está en abierta rebeldía contra el Ordenamiento Jurídico que - por el cargo que desempeña - está obligado a respetar, cumplir y hacer cumplir.
Pública y notoriamente se pasa por el arco del triunfo cualquier resolución de cualquier tribunal que no dé apoyo a sus paranoias.
Siguiendo el paradigma "si la ley me dá la razón la obedezco... si me la quita, no", Torra y su banda de delincuentes abusan y retuercen la ley en su provecho hasta extremos nauseabundos.
Y eso es grave.
Pero es mucho mas grave aún tener un "Poder Ejecutivo" incapaz de cumplir con la obligación de embridar a estos matones de patio.
La ley actúa a la larga... pero para este tipo de comportamientos, nuestro sistema jurídico no es eficaz.
El ejercicio de justicia, para ser eficaz, debe presentar dos características: rapidez y ejemplaridad.
Y cuanto mas grave es el delito, mas rápida y ejemplar debe ser la justicia.
Sucede que la parte del león de todo juicio está en la prueba de los hechos... si yo doy sesenta puñaladas a un vecino mientras lo retransmiten por televisión, mi juicio se centrará en dirimir si en el momento de cometer el delito estaba yo (o no) en plenas facultades mentales, pero no se podra poner en entredicho que yo haya cometido el delito.
Lo normal en el caso expuesto es que - sin mediar mas trámite que el indispensable - se ordene mi ingreso en prisión a la espera de juicio.
Y si eso sucede así, produce dos beneficios... el primero atañe a la tranquilidad de los ciudadanos que ven como tras el asesinato soy retirado de la calle con rapidez, y el segundo es ese mensaje meridianamente claro que se transmite a todo aquel que sienta la tentación de abrirle sesenta ojales al pellejo de su vecino.
Luego nos sumergiremos en el proceloso y muy garantista proceso burocrático que supone cometer un delito... pero por lo pronto, el "status quo" habrá sido restaurado al momento correcto, es decir, al momento anterior a las sesenta puñaladas.
Si un militar, por ejemplo, es pillado cometiendo un delito, ¿Cuánto diría usted que tarda en ser sancionado?... ¿Cuánto tiempo cree que pasa desde el momento en que se tiene conocimiento del hecho hasta que es destituido?... le daré una pista, el adjetivo que se usa en estos casos es "fulminante".
Si un Juez es pillado con las manos en la masa de la prevaricación (que es el delito propio de los malos jueces) pierde la condición de juzgador a una velocidad notable.
Y todo esto que cuento sucede aunque ni el militar ni el juez hayan cometido el delito... basta con que haya "indicios" de que lo han cometido.
¿Porqué en España no se aplica esto a quienes de forma publica y notoria cometen delitos derivados de la desobediencia a los tribunales de justicia?
Yo se lo voy a explicar... aunque creo que usted ya lo sabe.
A mi juicio, la baja cualificación intelectual y moral de nuestra clase política, le impide asumir principios que en los paises de nuestro entorno son incuestionables.
Por otra parte, inevitablemente, tal y como sucede con otros colectivos, los políticos son extremadamente comprensivos con sus colegas... la tendencia es siempre a justificar al compañero y a blanquear sus faltas en un comportamiento que tiene nombre propio: el corporativismo.
Estas dos características se suman a la cobardía natural del político a la hora de enfrentarse a los chulos de la barraca... porque el político, como el resto de la gente, lo que no quiere es bregar con problemas que le puedan quitar sueño y, en el caso de los políticos, votantes, sueldo y privilegios.
Si la justicia es lenta y los políticos cobardes, la ejemplaridad es imposible.
Y de ello abusan los de siempre.
Lo que hizo Tejero en los ochenta no es muy diferente a lo que ha hecho en sede parlamentaria la banda del pelucón... la diferencia es que Tejero era Guardia Civil y los enjuiciados son "políticos".
Incomprensiblemente - cuando se trata de atentar contra la Constitución - los españoles no somos iguales ante la ley. No por la pena que se va a imponer (si Dios quiere un día de estos), sino por la rapidez y ejemplaridad del proceso.
Entre la Declaración Unilateral de Independencia y la aprobación por parte del Senado de la"aplicación" (por decir algo) del artículo 155, pasaron diecisiete días... todo un record de velocidad que permitió la fuga del principal responsable de la rebelión.
Asumamoslo, Cataluña es una parte de España donde, ahora mismo no impera la ley... y a las pruebas de abierta, publica y notoria rebeldía me remito.
Necesitamos políticos valientes y con las ideas claras.
Y cuantos mas sean, independientemente de su color, mejor nos va a ir.
Y luego, cuando la ley impere, nos encargaremos de la economía, porque si las ratas se hacen con el barco, no habrá barco que bogar.
Y en esto todos, y cuando digo todos no me dejo a ninguno, tenemos una responsabilidad el próximo 28 de abril.
¿Cumplirá usted con su parte?