Oponerse a la acción de la justicia impidiendo la actuación de la policía en el cumplimiento de sus obligaciones, es una figura contemplada en el código penal. Tiene matices, pero es un delito… si te opones con la fuerza es peor, pero no deja de ser un delito porque te opongas con flores y globos.
Vestir de “derecho democrático” la comisión de un delito es algo que sólo puede realizarse en un entorno donde la ignorancia y la estupidez (se puede ser ignorante pero no estúpido) se aderezan con grandes dosis de odio.
Me estoy refiriendo – como no – a mis paisanos. No todos mis paisanos, pero sí un número significativo de ellos.
Y no es verdad que el “Estado español” lleve “treinta años” machacando al pueblo catalán. Eso, simplemente, es mentira desde el momento en que las leyes que rigen en Cataluña son las mismas que rigen en Albacete. Yo – incluso – me atrevería a decir que es el “pueblo catalán” el que lleva machacando desde hace treinta años a los que no comulgan con su visión xenófoba, paleta y miserable de la sociedad.
¿Quiere un ejemplo?: multar a quien rotula su comercio en español o no dejar que un niño reciba educación (en España) en español. ¿Se puede ser más nazi?
El “Estado español” cometió un error enorme dándoles alas a los políticos catalanes en la creencia de que permitiéndoles el uso de ciertas prebendas, estos obrarían con lealtad hacia España. Quid pro Quo.
Pero yo – que he nacido y me he criado aquí – y cualquiera que tenga el menor conocimiento de cómo se las gastan en estas latitudes, sabíamos que el “Estado de las Autonomías” tenía posibilidades de funcionar en Extremadura o en Aragón, pero en Cataluña (o las vascongadas) no.
Ahora, a los tontos de la cacerola (dale a un tonto una cacerola y verás la que lía) les han dado su “revolución de juguete”, un sentido a sus vacías y estúpidas vidas, una “causa” por la que luchar… y así – los chorizos que llevan treinta años robando a dos manos del erario público mientras se esconden tras la senyera – han mandado este fin de semana a los corderillos a que cometan un delito en su nombre. La payasada del siglo vestida de legítima “insumisión”. La patochada de las urnas que ya traían los votos dentro antes de abrirse los “colegios electorales”, vestida de “referéndum”. Si no fuese para llorar, nos moriríamos de la risa.
No ha recibido Puigdemont ningún porrazo, ni Junqueras que yo sepa, ni el rufián de Rufián (paradigma de lo que por aquí crece hasta debajo de las setas) pueden lucir ni siquiera un orgulloso morado… ellos tomaban café en sus casas mientras contemplaban gozosos como las porras de la Policía y la Guardia Civil abollaban las cabezas de los “tontitos de la cacerola”.
Se habla de desproporción, pero no ha sido así… la realidad es otra.
Por este orden, el Gobierno de España primero y los Mossos de Escuadra después (a partir de ahora la policía de Otegui) han hecho una flagrante dejación de funciones cuando no (en el caso de la policía de Otegui) se han puesto a delinquir directamente.
Ahora hay que hacer una reflexión.
¿Es necesario cambiar el modelo territorial?... para mi es evidente. El Estado de las Autonomías sobra. Ha fracasado, nos ha arruinado y ahora amenaza con devorarnos.
Los tontos de la cacerola es otro tema a considerar.
¿Podemos ganar su afecto?, yo creo que no. El odio les incapacita. No pueden pensar.
El “sentimiento” (tan sobrevalorado en las blanditas sociedades occidentales) ha sustituido al raciocinio. Y eso los hace irrecuperables para la convivencia.
Esto se pone de manifiesto en la tozudez con que se oponen a escuchar una verdad que no desean oír: que no van a formar parte de la CEE, ni van a poder pagar sus pensiones, ni van a poder ver realizadas las promesas que los canallas que calientan sus débiles cerebros, han hecho para manipularlos en su beneficio (en su personal beneficio, no lo olvidemos).
Y como con los que no aceptan la razón no cabe el dialogo, la única opción posible es no hacerles caso y mantenerlos sometidos a la ley… la misma ley que los que no sufren paranoias ni se dejan engañar por encantadores de serpientes, acatan sin pegas.
Y hasta que los diferentes “Estados Españoles” no asuman que a estos irresponsables no hay que darles ni agua, seguirá existiendo “un problema”. Especial mención merecen los de la escuela zapateril (el padre de todos los tontos) que piensan que dándole pimientos a los que quieren tomates, se pueden satisfacer sus demandas.
Creo además que, tanto si se separan como si no, en un plazo de veinte años, la catalanidad de los catalanes será el menor de los problemas de Cataluña. Hay un verdadero problema en el horizonte, un horizonte tapado por los árboles del bosque, las banderitas cubanas y las soflamas independentistas… ¿Saben ya los tontos de la cacerola hacia donde queda la Meca?