Se reedita, con los mineros, la sensación de que en España no manda nadie.
Que la minería tiene problemas de supervivencia es algo que vengo escuchando desde hace cuatro o cinco lustros... que el modelo minero es insostenible, también.
Para mas INRI, lejos de reconvertir la capa productiva asturiana y leonesa por otra que permita ir, poco a poco, migrando hacia otro tipo de industria, los sucesivos gobiernos se han dedicado a soltar dinero para tapar grietas (que es lo fácil).
No voy a ser tan ingenuo de negar que el problema tiene calado y muchos matices, pero básicamente, y a las pruebas me remito, lo que ha habido aquí es una enorme falta de ganas de resolverlo, tanto por parte del gobierno como de los trabajadores.
Y dicho esto vuelvo al principio.
Me repugna en sobremanera que la forma “tradicional” de manifestarse de los mineros sea haciendo el vándalo (argumento expuesto por un representante minero ante un micrófono de la radio).
Me repugna ver a nuestra Guardia Civil – cuya vida es mucho mas arriesgada que la de los mineros, con un sueldo mucho mas pequeño y con un retiro miserable y tardío en comparación con éstos – soportando pedradas, cohetes y tuercas lanzadas con tirachinas por unos homínidos que – conscientes de que están haciendo una burrada – se tapan la para no ser reconocidos.
Y reitero lo que digo siempre.
Aquí todo el mundo tiene derecho a expresarse, pero cuando la expresión se rubrica con puntos de sutura, hay que ir a por ellos con toda la fuerza del Estado de Derecho.
Y lo mismo vale para los astilleros en Cádiz o la industria zapatera alicantina...
Si no se hace así, el mensaje que se transmite a la sociedad es claro: para que le hagan a uno caso en España lo que hay que hacer es manifestarse con violencia... cuanta mas mejor.
Y si no me creen miren a Sortu.