Creo que a España le está haciendo falta la segunda transición.
Ahora que nos hemos dado el castañazo y el susurro de las mariposas no nos encandila, porque estamos cansados de escuchar a los encantadores de serpientes, es el momento de plantearnos una segunda transición.
Debemos transitar desde esta cosa que padecemos – fruto de la primera transición - hacia un Estado fuerte y justo, en el que las trompetas de la sensatez suenen a mayor volumen que los cantos de las sirenas, y en el que prevalezca el bien común sobre los mezquinos intereses de las taifas.
Quiero un Estado fuerte porque tengo la sensación de que en este Estado que padecemos, cualquier delincuente tiene amparo, cualquier indocumentado predicamento, cualquier traidor premio...
Quiero un Estado que vele por las víctimas y que a los delincuentes les dé lo suyo... que – al fin y al cabo - ellos se lo han buscado.
Quiero un Estado donde un juez no pueda anteponer su ideología al ejercicio de la ley, donde un Fiscal General defienda mis intereses aunque yo no esté afiliado a su partido, donde el uno y el otro apliquen la ley - simplemente - porque de eso se trata.
Quiero un Estado en el que un político dimita cuando se le pille en falta... porque faltar, entra dentro de lo razonable (errare humanum est), seguir ejerciendo el cargo publico cuando estás de lodo hasta el cuello, no.
Quiero un Estado en el que los periodistas se vean forzados a ejercer su código deontológico, los medicos el suyo, los abogados el suyo, los militares el suyo... y no quiero censura, quiero autodisciplina, educación, prudencia... o leña.
Quiero un Estado que exija una enseñanza sólida y disciplinada para nuestros hijos... y quiero profesores en la enseñanza pública, no sindicalistas de corrala o voceras de lobby.
Quiero una Constitución poco interpretable... una que no permita que cada taifa haga lo que le venga en gana... y puestos a pedir, sin taifas.
Quiero a los terroristas en la carcel, a los ladrones en la carcel, a los políticos corruptos en la carcel, a los jueces prevaricadores en la carcel, a los vándalos chiquititos encerrados en un lugar donde no puedan hacer daño... quiero poder ir por la calle sin miedo a que me roben, me atraquen, me lesionen, me insulten, violen mi intimidad, escuchen mis conversaciones telefónicas porque si...
Quiero que se respeten mis derechos y que se me exija el cumplimiento de mis deberes.
Quiero un Estado que asegure que podamos rezar tranquilos... y que nos defienda cuando nos ataquen por ello. No quiero que traten igual al que reza y al que insulta... porque no es lo mismo.
Quiero un Estado que huela a limpio, a aire fresco, a decencia.
Quiero una segunda transición.
Pero una que no termine en este basurero.