viernes, 9 de julio de 2010

Octopus vulgaris


Me fui con unos amigos a un bar a ver el partido que jugó España contra Alemania…
No me gusta el futbol, pero como a unas cervezas y unos amigos no sé resistirme – ni corto ni perezoso – me reuní con ellos en una tasca postmoderna con pantalla TFT de muchas pulgadas a disfrutar de la compañía y de las emociones.
Fue – por cierto – un partido estupendo y confieso que – para mi sorpresa - no me aburrí como me sucede siempre que caigo en la tentación de ver por la tele un encuentro de este deporte.
Hablaban los comentaristas de un pulpo al que denominaban “Paul”… en mi ignorancia llegué a relacionar a Iniesta con el octópodo, pues un par de veces los comentarios sobre el animal coincidieron con momentos en los que este estupendo atleta tenía el balón entre los pies.
Transcurrido un rato pregunté a un compañero porqué llamaban a Iniesta “pulpo”, pues no alcanzaba a adivinar la relación entre él y el citado molusco cefalópodo.
Durante unos segundos, mi asombrado amigo me miró como si estuviera sopesando el numero de cervezas que había ingerido hasta ese momento del partido, y después, como toda respuesta obtuve un “¿Qué llaman a Iniesta qué?”.
Tras proceder yo a explicarle el porqué de mi pesquisa y caer él en la cuenta de mi error, me explicó que el pulpo “Paul” era un pulpo alemán que había pronosticado la victoria de España ante Alemania.
No se crean que me dejó la respuesta muy contento, pues – hasta donde sé – los pulpos, debido a su incapacidad para el habla, no podía predecir (en mi opinión) cosa alguna… y si encima tenían que predecirlo en alemán (lengua materna del octópodo), ¡pues ya me dirán ustedes!
Mas tarde me explicaron el sofisticado método empleado por los alemanes para permitir al pulpo expresar sus predicciones… y quedé completamente convencido de que el viejo continente estaba – en su conjunto – falto por completo de juicio.
Sin embargo, según dicen, el pulpo “Paul”, a imagen y semejanza de la marmota “Phil”, tiene una capacidad de acierto asombrosa, y dado que esa cualidad no parece adornar a ninguno de los entes que nos gobiernan, propongo trasladar al pulpo “paul”, por ejemplo, al TC (con objeto de acelerar los tramites de los juicios pendientes) o – tampoco es mala idea – ponerlo de asesor de Zapatero (en sustitución de los seiscientos y pico torpes que lo aconsejan).
Una ventaja enorme que tienen los pulpos es que no precisan cobrar un sueldo y un mismo cuidador puede atender a varios de ellos… lo que supondría dar un gran respiro a nuestro erario.
Y dado que estamos gobernados por lamelibranquios, al hacerlo moluscos, apenas notaríamos la diferencia.
¡“Paul” for president!.