Ha empezado la guerra.
Se ha levantado la veda contra la derecha, entendiendo por derecha cualquier cosa que no siga los dictados del frente popular que encabeza el narco-comunista Pablo Iglesias con la aquiescencia bobalicona del bello y vacío Pedro Sánchez.
Se están desviando cantidades obscenas de dinero a crear ese relato indiscutible de que la culpa de lo que nos está pasando la tiene el PP, no este gobierno de impresentables.
Tras asaltar la televisión pública y comprar la privada, en manos de los stalinistas de la cocaína todo es propaganda, distracción, desinformación y discurso de odio.
Han empezado a censurar, si, censurar, con todas y cada una de sus letras, lo único sobre lo que no tenían control: las redes sociales.
Han contratado a las empresas del matrimonio rojo y la basura podemita ("Newtrall" y "Maldita") para que decidan unilateralmente lo que se puede y no se puede decir, lo que es verdad y lo que es mentira.
Una verdad mercenaria, interesada, subvencionada por el frente narco-progre, que tacha de "bulo" todo lo que les molesta y de "organización criminal" al que propaga la noticia.
Hace unos cuantos años acabaron con la "Independencia de los Poderes" enterrando a Montesquieu en una fosa abisal, ahora han mandado la "Libertad de Expresión" al mismo lugar.
Hablan de "bots" de la derecha porque saben de lo que hablan. Los "bots" es lo que llevan usando ellos para desinformar desde que Podemos (el auténtico e indiscutible cáncer de nuestra convivencia) llegó al panorama político... esos "bots" que consiguieron que la muerte de un perro fuese noticia de portada durante una semana larga, que consiguieron hacernos creer que los que piensan como ellos son una muchedumbre, que "trolean" y "escrachan digitalmente" a la gente decente.
Y no debemos caer en la tentación de creer lo que nos cuentan.
Porque nada de lo que dicen es verdad... a lo sumo, de vez en cuando, "medias verdades", "verdades parciales", "medias mentiras", "mentiras parciales".
Mienten con los muertos en un obsceno intento de minimizar la evidente responsabilidad que tienen en todo esto... pero es una mentira que les estallará en la cara, porque por cada muerto hay decenas de parientes y amigos que saben la verdad.
Y no es cierto que no se pueda saber con bastante aproximación lo que el "coronavirus" dejará en España... es bastante fácil, basta con coger el valor mas alto del numero de muertes en los últimos tres años durante estos meses y compararlo con los de este año... la diferencia será el COVID-19, y será espeluznante.
Nos han recluido en nuestras casas, nos han echado encima a la policía y al ejército para irnos acostumbrando a que te paren por la calle para preguntarte a donde vas y - si eso - arrearte una multa propia de un estado de excepción o toque de queda, nos van acostumbrando a que la comida en los supermercados - al final del día - escasee, a hacer colas para comprar, a que en las tertulias televisivas no exista la discrepancia, a que nos parezca normal que a un empresario le expropien su producción "por el bien común"... nos están llevando a Venezuela sin que nos demos cuenta.
Y esto durará mucho tiempo.
Durará hasta que el experimento social de Pablito se complete... y habrá repuntes, y habrá nuevos confinamientos, y se saltarán el control parlamentario como están haciendo ya, y desaparecerán los periodistas críticos del panorama informativo.
¿Se han preguntado porque tras veinte mil muertos declarados seguimos sin tener test PCR para todo el mundo?
No les interesa... sin test no hay infectados y los ancianitos se mueren de otras cosas.
La estadística manda y el experimento orweliano de Iglesias y el genuflexo Sánchez está - no lo duden - por encima de la vida de los españoles.
Sin test no hay información de la peligrosidad, no hay información de la situación real. Sin test no sabemos quien puede ir a trabajar y quien no, sin test no podemos saber quien está inmunizado, sin test no sabemos quien es portador asintomático, sin test no nos queda otra que aceptar lo que el gobierno dice, aceptar el confinamiento que nos imponen, aceptar el hundimiento de nuestros autónomos, de nuestra economía... la falta de test nos aboca al subsidio, a la dependencia social, a lo que ha estado funcionando estupendamente en Andalucía con el "paro agrícola", a la perpetuación del poder por la compra del voto.
Por eso no hay test.
Y han empezado - literalmente - la guerra.
Han lanzado a sus masas, a sus milicianos voluntarios, a esa legión de avinagrados hijos perra, a forzar el cierre de las cuentas críticas con el gobierno... los españoles a fastidiar a los otros españoles, enfrentamiento y guerracivilismo, el único caldo de cultivo en el que proliferan como bacterias, en el que se sienten como cochinos en un charco de barro.
Lo hacen al modo tradicional, entrando en ellas y denunciando discurso de odio...
¿Y saben quien recibe las denuncias?
Si, lo han adivinado: Ana Pastor ("Newtrall") y los podemitas de "Maldita" y - con esa excusa y el poder que han recibido de Facebook y su filial Whatsapp - clausuran la cuenta por divulgar "mentiras" y fomentar el "odio".
Si hiciésemos nosotros lo mismo, si no fuésemos defensores de la libertad de expresión incluso por encima de nuestros intereses, las denuncias que emitiésemos contra ellos serían desatendidas.
De hecho, ya hay un tío con cara de bollicao, vinculado a Podemos, que se ha permitido hablar de rifles y caza antifascista y - pese a ello - su cuenta sigue abierta... y Antonio Maestre (que fue asesor de "Maldita") puede crear perfiles falsos para cobrar sus treinta monedas sin que nadie tome cartas en el asunto.
Han empezado ellos, como siempre.
Pero creo que están cometiendo el mismo error que entonces: subestimar nuestra capacidad de resistencia.
Lo creo y sólo espero que sea de verdad una creencia y no un deseo.
La pelota está en nuestro tejado.
A ver que hacemos con ella...