Tener un presidente en funciones con múltiples personalidades obliga a hacer análisis políticos en los que el azar, la posición de los planetas o la migración de las ocas son variables a tener en cuenta.
Con esto quiero expresar que en nuestro presidente volador se da siempre la circunstancia de que una cosa es lo que dice que va a hacer, otra lo que quiere hacer y una tercera lo que puede hacer.
Nunca, jamás, en ningún momento de la historia política de España, ha existido alguien con esa capacidad de desdecirse.
Yo comprendo que a veces, un político puede aparentar querer una cosa cuando, en realidad quiere otra. Engañar al adversario para hacerle tomar una decisión impopular o restarle credibilidad, forma parte del juego político... pero lo de Sánchez no tiene explicación.
Las veces que Pedro Sánchez ha subido a la palestra a decir que nunca pactaría con el populismo, en todos los medios de comunicación y en sede parlamentaria, son tantas que aceptar que a las veinticuatro horas de materializar un fracaso electoral, se produzca un "pre-acuerdo de gobierno" con Podemos, no puede conducirnos mas que a intentar descubrir a quién va a engañar esta vez Pedro Sánchez.
Porque alguien va a ser engañado, liado, enredado, timado o robado... eso es seguro.
Supongo que el que tiene mas papeletas para ser desplumado en este particular tocomocho es Pablo Iglesias que, debido a su trayectoria descendente, está necesitado de apuntarse cualquier tanto para justificar su permanencia al frente de los bolivarianos... las víctimas de los timos se caracterizan siempre porque al aceptar la oferta del timador esperan obtener un gran beneficio, que es de lo que se vale el pícaro para vaciarle los bolsillos al incauto.
Pero también podría ser que Pedro Sánchez, como su objetivo conocido es dormir en la Moncloa, montar en Falcon y vivir como un jeque saudí, esté montando un zipizape de órdago a la grande con Podemos en la inteligencia de que eso le va a permitir cumplir sus objetivos (sus únicos objetivos).
A lo mejor Pedro piensa que asustando a la derecha con un "frente popular", va a forzar que Casado le ofrezca un gobierno estable mediante la formación de un gobierno de concentración... algo que también le permitiría lo de dormir, volar y vivir como un jeque.
O ninguna de las anteriores.
Quizá este pre-acuerdo es fruto de una indigestión o un sueño premonitorio, pero si - tal como tratan de hacernos creer - este papel mojado que ha firmado (con abrazo de oso incluido) la izquierda evanescente, pretende hacerse con la abstención o el voto positivo nazionalista en la investidura del sempiterno presidente en funciones, lo han hecho muy mal.
Y para justificar lo que les cuento, transcribo integro el punto numero nueve del acuerdo:
"9.- Garantizar la convivencia en Cataluña: el Gobierno de España tendrá como prioridad garantizar la convivencia en Cataluña y la normalización de la vida política. Con ese fin, se fomentará el diálogo en Cataluña, buscando fórmulas de entendimiento y encuentro, siempre dentro de la Constitución. También se fortalecerá el Estado de las autonomías para asegurar la prestación adecuada de los derechos y servicios de su competencia. Garantizaremos la igualdad entre todos los españoles."
Este punto es inadmisible para los secesionistas catalanes y así lo ha declarado ya el jefe del kukluxklan de la barretina.
Yo no dudo que Pedro Sánchez "crea" que con los rebeldes separatistas se puede "dialogar", a las pruebas me remito para afirmar que "dice" que quiere dialogar, pero si pone en la misma frase "formulas de entendimiento" y "dentro de la Constitución", lo que está claro es que no va a "poder" dialogar con secesionista alguno.
Cree, dice, puede... tres cosas diferentes.
La investidura de Sánchez se hará a la forma tradicional, soltándole la guita a los separatistas, como se ha hecho siempre.
Porque los políticos separatistas, como Pedro Sánchez y todo dirigente de izquierdas que se precie, lo que quieren es vivir como un jeque árabe... del erario público, se sobreentiende.
Así que la investidura de Pedro Sánchez nos va a costar un pastizal.
Pero, aunque crea que puede y diga que puede, no va a poder saltarse la Constitución para destruirla como pretenden los rebeldes.
Hará cosas, pero, cuando se rinda a la evidencia, perderá el apoyo de los engañados.
De todos menos de los engañados voluntarios que - contra toda razón, contra toda lógica - seguirán votándole.