Los tocapelotas se han manifestado.
Apenas un par de miles de semovientes (según los organizadores) de variopinta zarrapastra - que reclaman para si la representación de la sociedad española – han tenido su pataleta reglamentaria.
Son muy valientes porque saben que los peregrinos van a poner la otra mejilla.
Si el visitante fuese un Ayatola se cuidarían muy mucho de hacer el idiota... mas que nada porque en los primeros diez metros de “manifa” los musulmanes les abrirían la cabeza.
Se han presentado en la Puerta del Sol gritando que la puerta es “suya”, metiéndose entre los peregrinos a insultarlos y a provocarles... son así. Si no le tocan las pelotas a alguien no pueden conciliar el sueño.
La comparación entre la actitud de los peregrinos y la de los “indignados” habla por si sola.
Los indignados reclaman una representatividad que no tienen, y amenazan con terminar con la paz social. Eso y mear en las aceras. Porque su poder de convocatoria, aunque se rindan a sus encantos todos los medios de comunicación, es ridículo.
En un país civilizado les habrían dejado manifestarse en las chimbambas, pero en este país de miércoles, el gobierno apoya a los que huelen sobaco... por eso la ridícula manifestación de los comecuras se permite ir a la Puerta del Sol a insultar a los peregrinos.
Quizá algún día tengamos un gobierno que devuelva a esta partida de amargados al estercolero, que es un lugar adecuado para depositar su odio irracional y su diarrea filosófica de todo a cien.
Y que no les permitan que la Puerta del Sol sea “suya”, porque no lo es.