Era tan evidente la constitucionalidad del “Estatut” que se han llevado cuatro años discutiendo para – al final – presentar un pastiche indigerible que no contenta a nadie.
Bueno, a nadie no, al PSOE – culpable directo de este entuerto – y al PP – colaborador necesario – les ha parecido una sentencia estupenda.
Algo parecido pasó cuando Arenas se mostró muy satisfecho de que se aprobase en Andalucía un saco de papel higiénico que decía que Andalucía era una nación, a imagen y semejanza de ese otro saco de idéntica naturaleza que preconizaba la existencia de una nación catalana… algo que salvo para los bolcheviques de butifarreta, es claramente inexistente.
Que el TC pasaría por el aro era de prever… desde que enterramos a Montesquieu (en los propios cimientos del Congreso) y la Justicia dejó de ser una institución independiente y – si me lo permiten – respetable, esperar que sus componentes (sobre todo los elegidos en base a su militancia política) obrasen de acuerdo a Derecho, no deja de ser una ilusión utópica.
Sin embargo, miren ustedes, me fastidia enormemente que el PP se haya mostrado tan complaciente… yo, que he cometido antaño el error de darles mi voto, estoy francamente molesto con ellos. Porque si bien en la izquierda española, el engaño forma parte de la carga genética y la mentira, la calumnia y la incitación al odio es un sello de identidad, en la derecha (donde se supone que deben primar ciertos valores morales que la izquierda desconoce desde su mismísima fundación) no debería ser así.
El “pastatut” es inconstitucional por la misma razón por la que que no se puede estar un poquito embarazada o tener un poquito de infarto de miocardio… y lo que tenía que haber hecho el indigente neuronal de los brotes verdes es no permitir ni su redacción ni – por supuesto – su votación.
Tras esa payasada de referéndum que con alrededor de un treinta por ciento de votos positivos refrendó “por mayoría” el bodrio encuadernado, los ejemplares que quedasen del “Estatut” tenían que haberse quemado en la plaza Cataluña y haber llamado severamente la atención a los seres humanos del “Parlament” e instarles a que no gastasen el dinero de los contribuyentes en tonterías y a que estudiasen derecho antes de meterse a legislar… porque una cosa que se aprueba con el treinta por ciento del censo – convendrán conmigo – no representa ni a quienes la han parido.
No contentos con ello, durante cuatro años han estado presionando al TC para que pasase por el aro… y al final lo han conseguido.
Este inoperante TC, que no es capaz de defender nuestros derechos constitucionales elementales, se habrá quedado muy relajado tras deponer los mil y pico folios de farfolla que dicen, en definitiva que esto no hay quien lo baraje.
Propongo que en las nuevas ediciones de esta cosa se adjunte al texto la sentencia del TC para que la “norma fundamental” adquiera el grosor de un tomo de la Enciclopedia Espasa… y que creen un grado universitario para poder interpretarla.
Yo por mi parte, me estoy echando ya a temblar con el recurso sobre la ley del aborto que promulga Zetapé… ya que, cuando hagan de nuevo el pastiche, al PP le parecerá estupendo.
Porque al PP Mariano le ponen por delante un discurso de Dzerzhinsky y - tras darle tres leídas - le pone el visto bueno en una esquina.
Bueno, a nadie no, al PSOE – culpable directo de este entuerto – y al PP – colaborador necesario – les ha parecido una sentencia estupenda.
Algo parecido pasó cuando Arenas se mostró muy satisfecho de que se aprobase en Andalucía un saco de papel higiénico que decía que Andalucía era una nación, a imagen y semejanza de ese otro saco de idéntica naturaleza que preconizaba la existencia de una nación catalana… algo que salvo para los bolcheviques de butifarreta, es claramente inexistente.
Que el TC pasaría por el aro era de prever… desde que enterramos a Montesquieu (en los propios cimientos del Congreso) y la Justicia dejó de ser una institución independiente y – si me lo permiten – respetable, esperar que sus componentes (sobre todo los elegidos en base a su militancia política) obrasen de acuerdo a Derecho, no deja de ser una ilusión utópica.
Sin embargo, miren ustedes, me fastidia enormemente que el PP se haya mostrado tan complaciente… yo, que he cometido antaño el error de darles mi voto, estoy francamente molesto con ellos. Porque si bien en la izquierda española, el engaño forma parte de la carga genética y la mentira, la calumnia y la incitación al odio es un sello de identidad, en la derecha (donde se supone que deben primar ciertos valores morales que la izquierda desconoce desde su mismísima fundación) no debería ser así.
El “pastatut” es inconstitucional por la misma razón por la que que no se puede estar un poquito embarazada o tener un poquito de infarto de miocardio… y lo que tenía que haber hecho el indigente neuronal de los brotes verdes es no permitir ni su redacción ni – por supuesto – su votación.
Tras esa payasada de referéndum que con alrededor de un treinta por ciento de votos positivos refrendó “por mayoría” el bodrio encuadernado, los ejemplares que quedasen del “Estatut” tenían que haberse quemado en la plaza Cataluña y haber llamado severamente la atención a los seres humanos del “Parlament” e instarles a que no gastasen el dinero de los contribuyentes en tonterías y a que estudiasen derecho antes de meterse a legislar… porque una cosa que se aprueba con el treinta por ciento del censo – convendrán conmigo – no representa ni a quienes la han parido.
No contentos con ello, durante cuatro años han estado presionando al TC para que pasase por el aro… y al final lo han conseguido.
Este inoperante TC, que no es capaz de defender nuestros derechos constitucionales elementales, se habrá quedado muy relajado tras deponer los mil y pico folios de farfolla que dicen, en definitiva que esto no hay quien lo baraje.
Propongo que en las nuevas ediciones de esta cosa se adjunte al texto la sentencia del TC para que la “norma fundamental” adquiera el grosor de un tomo de la Enciclopedia Espasa… y que creen un grado universitario para poder interpretarla.
Yo por mi parte, me estoy echando ya a temblar con el recurso sobre la ley del aborto que promulga Zetapé… ya que, cuando hagan de nuevo el pastiche, al PP le parecerá estupendo.
Porque al PP Mariano le ponen por delante un discurso de Dzerzhinsky y - tras darle tres leídas - le pone el visto bueno en una esquina.