No es la primera vez que escucho que a una “occidental” la acorralan y violan un grupo de valientes musulmanes durante un evento multitudinario.
Amparados en la masa, estos bastardos del Corán, aprovechan el descontrol para saciar sus instintos mas bajos con lo que para ellos, y para la mayor parte de los musulmanes es un ser humano de segundo orden.
Y quiero hacer hincapié en que “para la mayor parte” de los musulmanes la mujer es un ente que vale – exactamente – la mitad que un hombre.
Incluso los musulmanes moderados y civilizados aceptan de buen grado todos esos usos que obligan a la mujer a permanecer apartadas de los hombres, a llevar velo o cualquier otra prenda que cubra la melena, y consideran que la igualdad que se propugna en occidente es una costumbre nefasta.
La mujer en el mundo islámico son los negros de Alabama a finales del siglo XIX, entes sin derechos y sujetos a la propiedad de sus dueños.
Educadas en ello desde pequeñas, las mujeres interiorizan su condición y sobreviven (algunas mejor que otras) en unas sociedades adulteradas por la irracionalidad coránica.
Los emigrantes procedentes de países islámicos, vienen a Occidente a mejorar sus condiciones de vida y a esquilmar las ayudas que los distintos países de Europa diseñaron para atender las necesidades de los europeos, desestabilizando el equilibrio social y reclamando derechos y subvenciones que en sus países de origen – simplemente – no existen.
Lejos de integrarse, crean estados propios dentro del estado que los acoge… se rigen por sus estrafalarias leyes coránicas y presionan a los que desean abandonar las costumbres medievales de sus taifas de origen.
Y no hay que darle vueltas.
La inmigración no es ni buena ni mala, es un hecho inevitable… pero como todo hecho inevitable tiene repercusiones buenas y malas.
Tenemos la obligación de potenciar las buenas y minimizar las malas.
¿Y como lo hacemos?
Yo lo tengo muy claro: controlando la inmigración tanto en cantidad como en calidad.
Lo de la calidad creo que es indiscutible. En ninguna parte dice que sea obligación de las democracias occidentales hacerse cargo de la basura que expulsan de los demás países… es decir, que tengamos obligación de mantener entre nosotros a violadores, delincuentes, psicópatas y otra suerte de tarados, coránicos o no coránicos, por el mero hecho de ser “refugiados” o “inmigrantes”.
Lo de la cantidad tiene mas detractores, pero como – siendo sensatos – es necesario admitir que aunque el porcentaje de indeseables en una muestra cualquiera sea el mismo siempre, el numero de indeseables aumenta con el crecimiento de la muestra.
Suponiendo que el porcentaje de islamistas radicales sea un 0,5% de la población musulmana (algo que no parece a priori un numero descabellado), si en nuestra vieja piel de toro contásemos con – por ejemplo - cien mil “fieles” al ISLAM, el numero de terroristas en potencia o de facto sería de 500, el equivalente a un batallón de infantería.
Teniendo en cuenta que basta con que se reúnan doce hijos de puta para que París arda por los cuatro costados… pues ya me dirán ustedes.
O empezamos a quitarnos de encima la tontería y a aplicar mano dura donde hay que aplicarla o nos van a comer por las patas.
¿Tan difícil es entenderlo?