El inevitable colapso de España se va a producir por descomposición interna… se caerá del árbol como una fruta madura y se pudrirá. Así de fácil.
Dirán ustedes que me he levantado pesimista, pero en mi defensa diré que el panorama no está como para albergar optimismos.
Las últimas elecciones generales, con la increíble subida del voto perroflauta-bolivariano, queda patente que en España el único sentimiento en común de los españoles es el odio mutuo.
Hace dos divagaciones recomendaba en este blog el voto hepático… pero – desde luego - no me podía imaginar la cantidad de cirróticos terminales que tenemos en España.
Ciudadanos ha fracasado como tercera vía desde el momento en el que Podemos (el voto de la bilis) le saca treinta escaños… y si no espabila le auguro una trayectoria similar a UPyD que – créanme cuando digo que lo lamento – no ha sobrevivido a la soberbia de su fundadora.
El PSOE pierde 10 escaños que van a parar a Podemos (hasta ahí estamos de acuerdo), se puede estimar que los 40 escaños de ciudadanos salen del PP (voto prestado al PP en las anteriores elecciones)… pero los 59 escaños restantes de Podemos ¿de donde salen?
Asumo que nuestro nefasto sistema electoral premia a los partidos estrambóticos ya que determinadas “circunscripciones” pesan mucho mas que otras… pero ¿59 escaños?
Y si vamos a los votos, el PSOE obtiene 5,53 millones frente a los 5,18 millones de Podemos… ¡Prácticamente los mismos votos!
Entre el PSOE asilvestrado de Pedro Picapiedra y el partido demagogo-bolivariano suman ¡más de 10 millones de votantes! (casi los mismos que PP y Ciudadanos juntos)
En esta situación no es que España sea ingobernable (ya lo es desde que el PP de Arriola renunció a hacerlo) es que vamos a ir a las manos irremediablemente.
Al españolito medio se le ha ido la pinza… y nos vamos a reír a carcajadas.