Fue José Giral quien armó al pueblo tras el asalto al Cuartel de la Montaña en el Madrid de 1936.
Las armas sacadas del cuartel y los asaltos a las armerías madrileñas – instigadas por el propio gobierno – puso en manos de socialistas, comunistas y anarquistas todo un arsenal con el que no tardarían en cometerse crímenes y abusos sin cuento. Proliferaron los indeseables como García Atadell que, ejerciendo de Comisario de Policía y al frente de brigadillas de criminales, se dedicaron a robar y asesinar en nombre de la revolución.
La creación de “tribunales populares” que juzgaban de forma “sumarísima” a desgraciados que previamente había torturado en sus “cárceles populares”, da una idea de la seguridad jurídica que el desbordado gobierno de la República era capaz de mantener en aquellos años... porque las chekas, aún cuando eran consentidas por el gobierno, estaban a cargo de los partidos políticos, cuyos miembros tenían capacidad para detener, juzgar y ejecutar a quien les viniese en gana.
Cuando el siete de noviembre de 1936 el Gobierno de la República abandonó sigilosamente Madrid, dejando en manos de Miaja y de una representación de los partidos formantes del frente popular la defensa de Madrid, Santiago Carrillo se encargó, como Delegado de Orden Público, de cometer el genocidio por el que nunca llegó a ser juzgado.
Esto, que es la historia que no forma parte de la “memoria histórica” que nos venden, está, para desesperación del progreterío, profusamente documentado... y son muchos los testigos que han puesto por escrito estos hechos. El rojerío se empeña en presentarnos una idílica Segunda República en la que todas estas atrocidades no se cometieron, y saca a la calle a sus ignorantes vástagos enarbolando banderitas tricolores cada vez que reivindica esa abortada revolución marxista que nos condujo a una guerra civil que todavía sangra por las costuras.
Pero en lo que quiero hacer hincapié hoy es en el hecho de que una vez armado el populacho, el Gobierno de la República perdió el control de la situación por completo.
Fue – repito – José Giral quien animó al “pueblo” a armarse para “defender” los principios revolucionarios que difundían ardorosamente los Largo Caballero de turno... y de la noche a la mañana, ese pueblo tan generosamente instigado, se convirtió en instigador, en propulsor, en motor de la locura que arrasó Madrid en los siguientes meses.
Cuando leo las declaraciones de Mas y de Urkullu, no puedo menos que acordarme de Giral.
Veo en ellos a los políticos irresponsables que azuzan sentimientos de odio en la masa ignorante para beneficio propio. Me pregunto cuanto tiempo pasará hasta que los azuzadores se conviertan en azuzados por esa misma masa que creen manejar.
Veo a Cayo Lara justificar los asaltos “pacíficos” al Congreso de los Diputados y al PSOE criticar con dureza a la Policía que – al fin y al cabo – no hace otra cosa que defender el Estado de Derecho.
Veo en la izquierda y en los nacionalistas la misma voluntad de destruir la democracia española que ya manifestaron en la primera mitad del siglo pasado... y se me ponen los vellos como escarpias.
Si un día los homínidos que se enfrentaban con piedras y botellas a la Policía el pasado 25 S consiguiesen pistolas y fusiles... ¿Qué cree usted que harían?