Que aviones españoles se muevan sobre el espacio aéreo español causa un enorme estupor a cierta clase de gente.
Son los que consideran que es suyo lo que – en realidad – no es suyo.
Son los que no pierden oportunidad de llamar ladrones a los españoles (excluyéndose, claro está, del conjunto mencionado).
Son los que insisten en que los que no trabajamos en Cataluña vivimos del sudor de los habitantes de Martorell.
Son, en definitiva, los que a base de mentir, han hecho de una lengua un lucrativo negocio.
Son una nueva suerte de piratas, de chorizos, de indeseables... pero tienen un tremendo predicamento en este gobierno de inútiles con mayoría absoluta que estamos disfrutando.
Hoy – curiosamente – coincido con las declaraciones de Albert Boadella.
Este comediante al que he tenido toda mi vida por un irresponsable, y por uno de los cómplices de lo que nos estamos comiendo ahora, hace unas declaraciones a las que no puedo poner ni una coma.
Dos generaciones criadas en el odio a España, hacen muy difícil la convivencia futura.
La minoría berreante busca una declaración similar a la que se hizo con Croacia... y pide árnica a una Europa que – para que vamos a engañarnos – nos considera poco más que una extensión de África.
Son balcanizantes y se van a encontrar con los Balcanes... de “estados de Europa”, nada.
¿Se habrán parado a pensar las consecuencias de sus actos?