“El ministro de Defensa, Pedro Morenés, ha adelantado que la celebración por la Fiesta Nacional el próximo 12 de octubre incluirá cambios para que sea un acto "austero", aunque "digno", como ocurrió con la conmemoración del Día de las Fuerzas Armadas, el pasado mes de junio en Valladolid.
Así lo ha anunciado Morenés en una entrevista con Europa Press, en la que ha recordado que el Ministerio fue "felicitado por todo el mundo" por "la dignidad" del acto de junio, a pesar de que se gastó "el 15% de lo que había costado el anterior" año. En concreto, de 1,3 millones de euros se pasó a 200.000 euros, principalmente por la eliminación de la tradicional exhibición operativa militar.
"Ése es el camino, ya está bien de la historia del derroche y del nuevo 'riquismo'. Se puede ser digno siendo austero", ha afirmado el ministro. A su juicio, la "dignidad" tiene que ver "con cómo se hacen las cosas, con qué cariño se hacen, y no con el derroche y la mala administración".” [LD 31/07/12]
Una vez mas, la velocidad y el tocino se confunden en las prodigiosas mentes de nuestros responsables políticos.
Yo comprendo que al rumiante medio hay que echarle pienso retórico para que pueda abrevar tranquilo, pero da la sensación, por las cosas que dicen nuestros prebostes, que no sólo desconocen lo que mandan sino que – además – lo aborrecen.
¿Me quiere usted decir, Sr. Morenés, en que ocasión ha contemplado usted un acto militar que no sea “austero” y “digno”?. Porque a la vista de lo expresado, parece que los actos militares, hasta que han llegado al poder ustedes - ilustres “gestores de la miseria” - eran algo así como “el día del orgullo gay”, con sus cabalgatas y sus excesos de todo tipo...
Otra cosa es que me cuente usted que como no hay dinero para combustible, ni para balas, ni para chuscos, ni para esa ración de previsión en la que invariablemente encontrábamos un huevo duro, el “día de las Fuerzas Armadas” se limite a un breve acto de homenaje.
Eso, mire usted, lo entienden los militares a la perfección.
Todos los militares con los que he hablado, asumen la situación económica de España con un realismo que ya quisieran muchos, y comparten (cabreados y todo) las medidas de austeridad... y para ellos, un sencillo homenaje a esa bandera por la que han jurado verter hasta la última gota de su sangre y un discreto homenaje a los caídos (que son aquellos que han sido capaces de cumplir el juramento dentro del colectivo) pesa mucho más, desde la perspectiva emocional, que cualquier brillante y estruendoso desfile.
En España, lo del desfile, según quien lo presencie, levanta sentimientos que oscilan entre una ofensa intolerable y un acto de hermandad con una sociedad que – en términos generales -ni comprende ni quiere a sus Fuerzas Armadas.
Para los soldados que protagonizan el desfile, llegar a un día como ese lleva implícito horas y horas de tediosa instrucción... todo para tener veinte minutos de lucimiento frente a la sociedad que han jurado servir. Y para sentir – también hay que decirlo – un poco del cariño de esa mínima parte de ciudadanos que se toma la molestia de ir a verlos desfilar.
A Zapatero lo llevaban a los desfiles como si fuese al dentista, y a Marianín lo llevan a un acto que considera “un coñazo” (lo dijo él, yo sólo lo transcribo).
Tal vez merecía la pena reseñar que a esos chicos que desfilan, en ocasiones los devuelven a casa desde Afganistán metidos dentro una bolsa de plástico.
Cuando eso sucede, los hacen llegar “de tapadillo”, a altas horas de la madrugada y va a recibirlos, nunca mejor dicho, su padre. También comparecen sus compañeros de armas, sus jefes y algún que otro político de tercera regional que no puede escaquearse del evento...
Como no se puede reconocer que vienen de la guerra, las condecoraciones que imponen sobre el “austero” sudario, llevan el distintivo amarillo (que es – para el que no lo sepa - el que se da cuando se produce un accidente de tráfico en acto de servicio)... cuando lo suyo sería conceder la cruz al mérito con distintivo rojo, que es la que se otorga al caer frente al enemigo. Es sólo una pequeña franja de color en un “austero” trozo de latón, pero para el que la recibe (y para su viuda y huérfanos) tiene un significado enorme.
A los soldados que desfilan los hacen volar en “austeros” aviones ucranianos que cuando se despanzurran contra cualquier colina mal puesta, dejan 72 familias desconsoladas. Los montan en “austeros” helicópteros “Cougar” que es una aeronave que hizo su primer vuelo cuando el abajo firmante tenía diecisiete años... dos años después de la muerte de Franco (1977 para los que provengan de la LOGSE). Los BMR con los que se despeñan por las intransitables carreteras afganas o que reciben el impacto de eso que llaman IED (improvised explosive device... o bomba casera, para entendernos) empezaron a fabricarse “austeramente” en 1979.
De todo esto el Señor Morenés tiene que saber algo, porque su principal mérito para asumir el mando funcional de las Fuerzas Armadas, es haber pertenecido al sector industrial de la defensa...
No creo que el Ministro de Defensa tenga los prejuicios hacia los militares que engalanaban a la tonta que le precedió... éste, al menos, parece un hombre leído, pero hablar de “nuevo riquismo” en el contexto del Ejército Tierra, la Armada, el Ejército del Aire o la Guardia Civil, es – a mi parecer - una broma de pésimo gusto.
Y en cuanto a “dignidad”, creo firmemente que este colectivo, con la excepción de algunos de sus jefes, tiene mucho que enseñar a la “clase política”... que casualmente, es el colectivo al que pertenece el Señor Morenés.
¿Verdad?
¿Verdad?