Uno de los objetivos de los indignados con su propia estupidez, se ha cumplido.
La policía se ha empleado en macerarlos un poquito (sin exagerar), que es lo que andaban buscando desde que pasaron por el forro la jornada de reflexión.
Éste es el único objetivo que siempre han tenido claro, porque todas las demás sandeces que dicen, incapaces de evitar que el rojerío los manipule como a borregos, son fruto de su incapacidad intelectual y laboral.
La señora que una vez por semana le echa una mano a mi mujer con las tareas de la casa, nada sospechosa de pertenecer al grupo de millonarios-fashion del PSOE, me comentaba que su hijo, en vez de "indignarse", mientras trabajaba como carnicero, estudiaba el bachillerato nocturno en Vallecas, su barrio… y al cabo del tiempo obtuvo una plaza de funcionario de verdad (no “a dedazo” del PSOE) mediante la superación del reglamentario concurso-oposición (en gallego, lengua que tuvo que aprender), mejorando sus condiciones laborales y las de su recién creada familia.
El hijo de mi adorada Pili, no tenía tiempo para ir a hacer el cimbel en acampadas chorras… tenia que abrirse paso en la vida como hacen los hombres merecedores de tal apelativo.
En mi propia familia, el “revolucionario militante” (un auténtico infeliz) era hijo de un joyero - trabajo proletario donde los haya - y disfrutaba de un nivel de vida que le permitía dedicarse plenamente a hacer sentadas con el tonto de Xirinacs… Si hubiese tenido que arrimar el lomo en su casa, lo más probable es que no le hubiese quedado tiempo que malgastar en su – por desgracia – corta vida.
Otro de mis primos – perteneciente a la alta burguesía catalana – mariposeó con los alérgicos al jabón hasta que – terminada a trompicones su carrera – optó por ponerse a trabajar… y lo hizo en Holanda, donde hicieron de él un hombre formal, trabajador y capaz de pagar impuestos.
Tal es la vida.
Lo que están haciendo estos memos en las plazas españolas es machacar al ciudadano decente y estropear el mobiliario urbano… porque ni ellos mismos saben lo que quieren, aparte de montar el numerito.
Si quieren trabajo que se marchen al campo… allí, trabajo duro, sobra.
Pero eso no es lo que quieren los señoritos… ¿verdad?
La policía se ha empleado en macerarlos un poquito (sin exagerar), que es lo que andaban buscando desde que pasaron por el forro la jornada de reflexión.
Éste es el único objetivo que siempre han tenido claro, porque todas las demás sandeces que dicen, incapaces de evitar que el rojerío los manipule como a borregos, son fruto de su incapacidad intelectual y laboral.
La señora que una vez por semana le echa una mano a mi mujer con las tareas de la casa, nada sospechosa de pertenecer al grupo de millonarios-fashion del PSOE, me comentaba que su hijo, en vez de "indignarse", mientras trabajaba como carnicero, estudiaba el bachillerato nocturno en Vallecas, su barrio… y al cabo del tiempo obtuvo una plaza de funcionario de verdad (no “a dedazo” del PSOE) mediante la superación del reglamentario concurso-oposición (en gallego, lengua que tuvo que aprender), mejorando sus condiciones laborales y las de su recién creada familia.
El hijo de mi adorada Pili, no tenía tiempo para ir a hacer el cimbel en acampadas chorras… tenia que abrirse paso en la vida como hacen los hombres merecedores de tal apelativo.
En mi propia familia, el “revolucionario militante” (un auténtico infeliz) era hijo de un joyero - trabajo proletario donde los haya - y disfrutaba de un nivel de vida que le permitía dedicarse plenamente a hacer sentadas con el tonto de Xirinacs… Si hubiese tenido que arrimar el lomo en su casa, lo más probable es que no le hubiese quedado tiempo que malgastar en su – por desgracia – corta vida.
Otro de mis primos – perteneciente a la alta burguesía catalana – mariposeó con los alérgicos al jabón hasta que – terminada a trompicones su carrera – optó por ponerse a trabajar… y lo hizo en Holanda, donde hicieron de él un hombre formal, trabajador y capaz de pagar impuestos.
Tal es la vida.
Lo que están haciendo estos memos en las plazas españolas es machacar al ciudadano decente y estropear el mobiliario urbano… porque ni ellos mismos saben lo que quieren, aparte de montar el numerito.
Si quieren trabajo que se marchen al campo… allí, trabajo duro, sobra.
Pero eso no es lo que quieren los señoritos… ¿verdad?