lunes, 29 de abril de 2019

En una mesa

Ayer me tocó pasar el día en una mesa electoral.
Era el segundo suplente del segundo vocal, pero el titular y el primer suplente fueron capaces de excusarse ante la Junta Electoral y me tuve que hacer cargo del puesto.
Fue una experiencia interesante y agotadora.
Llegué al colegio electoral a las ocho de la mañana y me fui casi a la una del día siguiente... y eso que en mi mesa no hubo ningún tipo de incidencia salvo una discrepancia en el conteo que se pudo subsanar con un segundo recuento de papeletas blancas.
La jornada transcurrió con normalidad, y como uno vota en su barrio, a lo largo del día saludé a amigos y vecinos que llevaba tiempo sin ver.
La experiencia de ayer me permitió reafirmarme en la creencia de que nunca, nunca, debemos aceptar el voto electrónico.
El proceso de recuento manual dificulta mucho la manipulación, algo que mis estudios de informática me impiden decir del proceso de voto electrónico (que propuso Podemos en sus primeros tiempos).
Mi mesa estaba en una zona de Madrid donde tradicionalmente ganaba el PP y el censo con el que tuve que bregar era de casi seiscientos votantes.
La primera sorpresa me la llevé cuando a la hora de comer ya superábamos el 50% de voto, y en el momento de cerrar el colegio electoral estábamos por encima del 80%.
Creo que nunca había asistido a unos comicios con tan poca abstención.
Para el Congreso, en mi mesa ganó Ciudadanos (alrededor de 130 votos) seguido del PP (alrededor de 110) a corta distancia y, con unas cincuenta papeletas menos, el PSOE (con ochenta y pocos).
Vox quedó mas o menos, a la altura del PSOE... y Unidas Podemos sacó algo mas de medio centenar de votos.
Me sorprendió el subidón de Ciudadanos porque, como ya dije antes, vivo en un feudo del PP, pero también me pareció que había muchísimo voto para Podemos.
El recuento de papeletas del senado puso de manifiesto que el 1 + 1 + 1 (el primero del PP, el primero de Ciudadanos y el primero de Vox) disparó las candidaturas de los senadores de PP, Ciudadanos y Vox poniendo a los tres senadores a una buena distancia del primer candidato del PSOE.
Si alguno se preguntaba si eso funcionaria, ya se lo puedo decir: funciona y muy bien.
Para que se hagan una idea el uso de esta técnica duplicó literalmente los votos del primer candidato del PP y puso al primer candidato de Ciudadanos a una veintena de votos de éste... en cuanto al primer senador de Vox (que obtuvo menos votos a sus tres candidatos), se encontró a una treintena de puntos por encima del primer senador del PSOE.
En cuanto a Podemos, en comparación con los votos obtenidos para el Congreso, lo del senado fue ridículo, lo que me hace pensar que la gente que votó a Podemos para el Congreso, votó PSOE para el Senado.
De modo que si el modelo que pude apreciar en mi mesa se hubiese repetido en toda España, hoy tendríamos una holgada mayoría de PP-Ciudadanos sin necesidad de contar con Vox salvo para acciones concretas.
No ha sido así.
Que la caída de la abstención beneficiaría a la izquierda, es algo que ya tenía digerido, pero que el voto del PP migrase a Ciudadanos, no me lo esperaba.
Es cierto que Vox le ha restado voto, pero al menos dos tercios de su caída en escaños los ha acaparado Ciudadanos...
Mantengo que una parte del voto de Vox está compuesto por gente que - simplemente - no votaba, por lo que cabe concluir que la sangria de Pablo Casado, contra todo pronostico, se ha producido por su izquierda (¿Entienden ahora lo de Angel Garrido?).
En fin, que ni Vox ha dado la sorpresa ni las encuestas han acertado en lo de Ciudadanos... los españoles somos así.
Ahora solo queda equiparse para el desierto, lugar donde ya hemos estado antes, y esperar a que la crisis económica en la que nos va a sumir Pedro Sánchez no se nos lleve por delante.
En lo puramente político, que les voy a decir, volvemos al circo y a los leones... pero es lo que quieren los españoles, que le vamos a hacer.
Sobreviviremos.
Lo hemos hecho siempre.