Todos nacemos con derecho a que se nos respete... todos - sin excepción - somos portadores de una cierta cantidad de respeto ajeno que podemos o no dilapidar por el camino.
El respeto ajeno se puede perder si nuestro comportamiento no es digno de retenerlo.
Así, cuando alguien realiza determinadas acciones, cuando se zambulle en la incoherencia personal, pierde - de paso - el respeto ajeno.
Y cuando alguien pierde el respeto ajeno, recuperarlo es muy difícil.
Yo mismo, y usted también supongo, por determinadas personas no siento ningún respeto.
El que no sienta ningún respeto por ellos no implica - en mi caso - que vaya a realizar acción alguna para perjudicarles, pero cuando me exigen respeto para esas personas, sus actos o sus ideas, me revuelvo como un perro rabioso.
También hay personas a las que respeto pese a que ideológicamente se encuentren en mis antípodas.
No respeto sus ideas (las ideas no tienen porque ser objeto de respeto) pero respeto la coherencia con la que se mantienen fieles a sus principios.
De hecho, por la educación que he recibido, estoy siempre dispuesto a tolerar que los demás sean distintos a mi, piensen de otro modo, y reaccionen de forma diferente a los acontecimientos que vivimos como parte de una misma sociedad...
Y hablo de tolerar porque muchas veces, esa diferencia de pensamiento y esa distinta forma de reaccionar ante las cosas me produce rechazo o estupor... pero me aguanto.
Guiados por este principio de tolerancia, creo que se pueden alcanzar unos niveles de convivencia razonables: usted no me falta al respeto a mi y yo hago lo propio con usted... sencillo y eficaz.
El marido de la señora Gómez (esa que va a actos a los que no está invitada asumiendo una representación que no tiene) no siente ningún respeto por los españoles.
En su defensa diré que tampoco siente ningún respeto por si mismo (a su tesis doctoral me remito), lo cual le permite defender una cosa y la contraria en función del beneficio personal que espere obtener.
Digo que ese individuo que se cree el JFK hispano (con francotirador y todo) no siente ningún respeto por los españoles en base a tres hechos contrastables:
El primero de ellos es que asaltó la presidencia del gobierno siendo el candidato menos votado de la historia de su partido... y lo hizo con la promesa de convocar unas elecciones que no ha convocado, ni piensa convocar.
El segundo hecho es que pese al ridículo numero de diputados que le respaldan, desde que ha accedido al poder - de forma provisional y sin pasar por las urnas - está cambiándolo todo, a golpe de Real Decreto, como si los españoles se lo hubiésemos pedido con nuestro voto.
El tercero es que - debido a su falta de apoyo parlamentario - para mantenerse en el poder está entregando literalmente el erario publico a una serie de partidos que, por defecto de nuestra ley electoral, pese a ser apoyados por un ridículo numero de españoles, tienen un inaceptable numero de diputados.
Coincide, además, que los mencionados partidos son los partidos desleales.
Desleales a España como Nación, a la Constitución como Ley, y al resto de los españoles por su proyecto disgregador, egoísta, supremacista, radical... y su discurso de odio hacia todo comportamiento que escape a lo impuesto por sus ridículas ideas.
Para mantenerse en el poder está alcanzando cotas de indignidad que no deberían tolerarse a ningún Presidente del Gobierno, que - recuerdo - es el Gobierno de España... o lo que es lo mismo, de todos los españoles.
Cuando sube la izquierda al poder desaparecemos del panorama político los que no profesamos esa fe. No contamos, no somos españoles, no somos dignos de respeto.
Ignoro cuantas humillaciones frente al separatismo y cuantas cesiones a los antisistema vamos a tener que tragarnos de manos de este sinvergüenza y sus secuaces... ¿Habrá indultos a los rebeldes?
Un gobierno que no respeta a su pueblo y no actúa con lealtad a sus instituciones y sus leyes, no merece otra cosa que desprecio. Un profundo, solido y publico desprecio.
No me pidan respeto por esta gente... no lo merecen.