Ya lo he visto antes.
Fue tras los atentados del 11M, una de las últimas manifestaciones a las que he ido.
El brutal atentado que le costó las elecciones a Mariano Rajoy para que subiese al poder el inútil mas grande que jamas hemos tenido de presidente del gobierno, empezó con una manifestación en la que se culpaba a Aznar de la sangre derramada por los imaginarios islamistas de los trenes.
Bajé a manifestarme contra el terrorismo, a solidarizarme (como dicen los cursis) con las víctimas del despropósito, a expresar mi dolor... y me encontré otra cosa.
El sábado, en Barcelona, he visto otra vez lo mismo: como la izquierda culpaba al Rey y al Gobierno de España de los crímenes realizados por un puñado de musulmanes.
En aquellos días el mensaje caló en la masa... los trenes habían volado por la foto de las Azores.
Luego la operación Rubalcaba, amo y señor de las cloacas, hizo el resto.
Una manifestación contra el terrorismo, con un lema necio, como corresponde a un pueblo que espera ochocientos muertos para pintarse las manitas de blanco, se tornó - otra vez - en una astracanada.
La izquierda, como siempre, dándose un baño de miseria (que es lo único que sabe hacer) se arrancó con eso de "vuestras armas, nuestros muertos".
No se puede ser mas imbécil, odiar mas, o tener peor leche.
Pero esto es lo que hay.
España se descoyunta en manos de estos biznietos de puta sin que el común haga lo mas leve por mantener este tinglado que antes llamábamos Patria.
Nos está haciendo falta una yihad... ochocientos o mil ochocientos muertos más para ver si pasamos de las manitas blancas a tomarnos en serio España.
Y a estos de las pancartitas, destierro o cárcel, no cabe otra... bueno, si cabe, pero no creo que suceda.