No acabo de entender lo del derecho a la blasfemia.
Apelar al derecho a la blasfemia es como apelar al derecho a orinar en el felpudo del vecino… un derecho cuyo ejercicio – inevitablemente – ofende, molesta y cabrea a otro ciudadano.
Claro que para los que apelan a este derecho, la culpa es siempre del que se ofende… posiblemente por que los que defienden semejantes “derechos” no ven como iguales a los ofendidos, los contemplan como seres inferiores sin derecho al pataleo.
Ya he dejado claro que “Je ne suis pas Charlie” y que – a pesar de ello - desde luego no respaldo a los tarados del kalashnikov de Alá, pero me niego a poner como ejemplo de “libertad de expresión” y de “valores de occidente” a un panfleto que lo menos que se puede decir de él es que es una basura.
También me cuesta mucho trabajo entender que en una sociedad que censura que se llame “negro” a un señor de esa raza o “marica” al que ejerce de homosexual, se considere un derecho el blasfemar.
Si la sociedad entiende que un senegalés se ofenda cuando le llaman “negro”, ¿porqué no entiende que un católico se ofenda cuando se blasfema en su presencia?
También quiero dejar constancia que cuando esos sacos de mierda vasca que Rajoy está sacando de las cárceles, se dedicaban a pegar tiritos en la nuca a nuestros paisanos, ningún francés, inglés, italiano o alemán se ponía una camiseta que dijese “Yo soy José Ramón” o “Yo soy María del Carmen”… aunque “José Ramón” fuese periodista (que alguno hubo) o “Jose Ramón” y “María del Carmen” representaran “los valores de occidente” con muchísima mas dignidad que los tocapelotas de “Charlie Hebdo”.
Descansen en paz los asesinados y caiga todo el peso de la justicia sobre los asesinos, pero a eso del "derecho" a ofender al prójimo deberíamos de darle una pensada.