Es verdad que cuando uno asume la responsabilidad de gobernar, debe hacerlo para el conjunto.
El gobierno de una Nación debe pensar en el bien común, tratando de sustraerse incluso a sus condicionantes ideológicos, dado que es gobernante de quienes le votan y de quienes no le votan.
Esta máxima es aplicable a otros muchos estamentos y profesiones.
Un Rey debe serlo para todos los españoles, incluyendo a aquellos que no desean tenerlo como rey. Un militar defenderá a su Nación y a sus compatriotas piensen estos igual que él o no. Un Juez deberá impartir justicia simpatice o no con el justiciable. Un medico deberá curar al paciente le guste o no como piensa…
En esta cleptocrácia de becerros que disfrutamos, la máxima expuesta se cumple de una manera curiosa.
Cuando gobierna la izquierda lo hace exclusivamente para sus simpatizantes salga o no el sol por Antequera, y cuando gobierna la derecha, lo hace de forma tan timorata, que termina sucumbiendo a las presiones de la oposición… dicho de otro modo, que gobierna también para izquierda.
Un político de izquierdas jamás se emplea en ganarse al electorado de derechas, el político de derechas, con una frecuencia sorprendente, hace el ridículo que sea menester si piensa que con ello puede ganar votos entre el votante de izquierdas…
La prueba mas evidente de lo que digo es que cuando se polariza la izquierda, el PSOE se polariza, cuando se polariza la derecha el PP se desmarca. El PSOE trata de parecerse a “Podemos” pero el PP huye de “Vox”… y eso que Vox es una derecha moderada que – pese al enfermizo empeño de zarrapasta – no puede calificarse en ningún caso de “ultraderecha”, cosa que no podemos decir de la formación del radicalísimo Pablo Iglesias.
Respecto a los “intelectuales”, es raro que se produzcan fugas de la derecha hacia la izquierda, sin embargo, la migración de descontentos de la izquierda hacia posturas “liberales” (que es como gusta llamarse a si misma a la derechona) es bastante frecuente.
Hay excepciones a la regla, pero son casos estrambóticos como el de Jorge Vestringe… que en su migración política ha pasado por CEDADE (nazismo en estado puro), el PP, el PSOE y - en estos momentos – parece a punto de alinearse con el alcalde de Marinaleda.
En cualquier caso, mientras en la izquierda la oferta política supera a la demanda, creando en el votante una duda sobre a que grupo de izquierdas dar su voto, en la derecha la opción de votar a un partido que defienda sus intereses, se desvanece en la abúlica nada de un insolvente PP.
We like livin' right, and bein' free… pero para nuestros políticos, no existimos.