Creo que España es –básicamente – un país de idiotas.
No quiero decir con esto que en nuestra piel de toro no haya gente inteligente, capaz y – si me aprietan – admirable, pero el numero de idiotas es inmenso.
Quizá le suceda lo mismo a Inglaterra, Francia, Alemania o a los Estados Unidos de América, pero en mi condición de español, la idiotez manifestada extramuros se me antoja irrelevante.
La idiocia se manifiesta en España de muchas maneras, pero la que a mi modo de ver resulta mas llamativa, es la que engalana al españolito con ordenador y conexión a internet.
Me explicaré.
Desde que la WEB 2.0 se implantó como paradigma de comunicación, casi todos los contenidos publicados en Internet permiten que el lector los comente. Sucede en las ediciones digitales de los periódicos, en muchos Blogs en las denominadas redes sociales (Facebook, Tuenti…), en eso que llaman Twitter, en los videos de Youtube… cualquiera dotado de unos medios técnicos mínimos, puede publicar lo primero que le pasa por la cabeza sin apenas despeinarse.
Y aquí es donde quiero llegar.
Es muy raro que estos comentarios aporten algo al contenido.
Por lo general, el idiota tecnificado se limita a soltar un regüeldo digital, generalmente ofensivo, rara vez gracioso y casi siempre plagado de faltas de ortografía.
El idiota con teclado siente una necesidad imperiosa de propagar su estupidez por el ciberespacio.
No se para jamás a pensar si lo que está escribiendo puede constituir una ofensa gratuita al que publica el contenido o al que lo lee, el idiota suelta su rebuzno y se queda tan pancho.
Que raro es encontrarse un comentario que aporte algo… una información curiosa, una corrección a algún dato inexacto, o incluso, una anécdota al hilo de lo expuesto.
Tal es la cosa que acudir a internet para saciar la curiosidad, se convierte - casi siempre - en un ejercicio de masoquismo, en vez de en una experiencia enriquecedora, como sería deseable.
Y todo ello por voluntad de la legión de idiotas que no pueden reprimir su necesidad de decir estupideces, insultar al prójimo, poner de manifiesto su incultura, y hacerlo, además, dándole trescientas patadas al diccionario.
El comentario gratuito es la versión digital de hablar a gritos en la taberna… una práctica muy difundida en esta tierra de chulos de barraca.
Por eso, muy rara vez, esta marmota pone en algún sitio un comentario… y cuando lo hace es para felicitar al articulista o apostillar algún dato.
Cuando me pongo de los nervios, escribo en este blog que, debido a lo anteriormente expuesto, no admite comentarios.
A mi teoría de la idiotez hispana podría añadir otras evidencias tales como la clase política que nos representa… pero eso lo dejaré para otro día.
Hoy la cosa va de idiotas.