En España hay muchos problemas, pero el de desigualdad, como dicen los “rojocaspa” no es uno de ellos.
En España hay un problema de Orden Público, hay otro – inmenso – de incultura, uno de envidia y la mala leche (carga genética del españolito), y uno de corrupción política que pone los vellos como escarpias.
Luego tenemos problemas de índole moral (relativismo, edonismo, pancismo generalizado...), un individualismo que roza lo ridículo, una incomprensible satisfacción por vivir inmersos en la sociedad mas mediocre de Europa y, para colmo, un problema económico.
En el origen de este problema económico intervienen varios de los descritos previamente, y lo crean o no, para llegar a la solución “económica”, tendremos que minorizar los efectos de todos los otros problemas que he mencionado.
Mientras tanto, nuestra izquierda circense, esa que todavía no ha interiorizado la caída del telón de acero y sigue pensando – frente a las numerosas evidencias - que el marxismo aporta soluciones a cosa alguna, se dedica con toda su artillería mediática a crear desconcierto y malestar, a exaltar el odio y a hacer demagogia que es, dicho sea de paso, es lo único que sabe hacer con maestría.
Cuando el bolchevique de Marinaleda asalta un supermercado y ocupa ilegalmente una finca, la izquierda lo denomina “anécdota” y pide al gobierno que no “sobreactúe”... ¿Que habría pasado si el asalto lo hubiese hecho Cáritas?
Lo digo, mas que nada porque es, precisamente Cáritas, quien está dando de comer al “lumpenproletariado”, a los inmigrantes “en peligro de exclusión” y – cada vez mas – a una parte de la clase media en creciente e inevitable paro.
Pero no teman, Cáritas nunca asaltará un supermercado... en Cáritas no hay “chuloputas” sindicales ni milicianos de baratillo... dan de comer sin robar, amedrentar a las cajeras del Mercadona y amenazar con violencias futuras al resto de los españoles, esa es la principal diferencia.
En España no hay desigualdad social... y menos en Andalucía.
Quizá convendría recordar que ninguna región española ha vivido del cuento, y del dinero público del modo que lo ha hecho Andalucía. El “paro agrícola” y las subvenciones clienteristas de la Junta de Andalucía (ejemplo de corrupción donde los haya) han impedido – literalmente – el desarrollo de cualquier actividad económica decente.
Ahora que ya no hay dinerito que llevarse al gañote, por la jeta andalusí que pintó Julio Romero, se rebota el personal.
No son los únicos, el “oasis” catalán está también que trina... contra quien no debe, pero que trina.
Y que curioso, es precisamente en estas zonas donde se está asentando “la primavera de los descerebrados”... en forma de alcaldes castristas abajo y de antisistemas arriba.
No hay desigualdad... el pequeño empresario – igual que el muy subvencionado jornalero (subvencionado él, su mujer y sus tres hijos mayores de 18 años, hicieran o no las cuarenta peonadas), el sindicalista de gañote ancho y los que vivían de rascarse las gónadas o hacerse su sueldecito “en negro” - se ha ido a pique y para los pocos emprendedores que quedan, tratando de sobrevivir a este marasmo, pintan bastos.
Este gobierno de cantamañanas va a tener que repartir estopa de la buena si quiere sacar algo en limpio de todo esto, si no, como siempre, la basuraza stalinista se lo comerá por los pies.
Y a nosotros con ellos.