España da asco.
Leo los titulares de los periódicos y siento una urgente necesidad de salir corriendo.
Económicamente estamos en la cuerda floja.
Moralmente en las catacumbas.
Y esto – según se dirime – no tiene visos de cambiar.
Yo incluso diría que no “puede” cambiar.
Y no puede cambiar porque los que podrían hacerlo cambiar no están por la labor.
Hace un par de días escuchaba a uno de esos economistas que hablan por la radio decir que el PP está haciendo bien las cosas, pero como la situación es apocalíptica, pues eso...
Vamos, que no salimos de esta ni ahorcándonos con nuestros propios cinturones.
Y alegrías, ni una.
Yo me daría por bien pagado si esta crisis diese al traste con la taifas, que en mi opinión son las verdaderas causantes de nuestros males.
Diecisiete “gobiernos” despilfarradores e ingobernables que impiden – de facto – cualquier recuperación económica.
Desmembradoras por definición, las autonomías son el cáncer que nos devora.
Mientras en Cataluña se cierran hospitales, las no-se-cuantas televisiones autonómicas gozan de una estupenda salud pese a ser deficitarias en extremo... algo que sólo se explica por los agujeros de nuestros bolsillos.
Bankia nos rebaña los ahorros, se come nuestros impuestos y ni MAFO ni RATO ingresan en prisión.
¿Han quemado los “indignados” el chalet de Zapatero?
Esto no tiene arreglo.
Porque esto solo se arregla de una manera.
Y usted, como yo, sabe perfectamente cual es.
Pero no se puede decir... la verdad es pecado cuando se dice en España.