viernes, 11 de marzo de 2011

11-M

En 1.997 viajé a París con mi mujer.
Fue un viaje corto porque un ataque de lumbago, el primero de los muchos que he tenido, me obligó a acortar mis vacaciones… pero me traje dos recuerdos imborrables de esa ciudad pretenciosa que sirvió de modelo a mi Barcelona natal: la Cité, y los paracaidistas.
En la Cité contemplé atónito como un ramo de rosas frescas adornaba el busto de Robespierre en las mazmorras donde tantos parisinos esperaron su decapitación durante los años de sangre que abrieron el mundo a las “democracias” que hoy padecemos.
Los paracaidistas me los encontré, con el FAMAS cruzado sobre el pecho, en los pasillos del metro parisino, acompañados por gendarmes, a razón de un gendarme por cada dos paracaidistas.
Que pusiesen rosas al busto de Robespierre, que es en mi opinión uno de los biznietos de puta mas grande que ha contemplado la Humanidad, me resultó un hecho de difícil digestión, pero la vigilancia de los pasillos del metro a cargo de hombres de bien, me reconfortó en una época en la que las papeleras de París estaban selladas (y rodeadas de desperdicios) por el temor a que albergasen bombas islamistas.
En el París de 1.997, había terrorismo islamista en Francia...y en las calles de la ciudad patrullaban vehículos acorazados con soldados en sus torretas empuñando ametralladoras del 12,70.
Eso lo vi yo, no me lo han contado.
Y eso era así porque en Francia había terrorismo islamista.
Había esa cosa que hacía que un anormal cargado de explosivos se suicidase en un Mc’Donals llevándose por delante a treinta niños, en nombre de una religión que azota la faz de la tierra como la peste negra.
En España - a Dios gracias - eso no lo ha habido nunca.
Se empeñaron en hacernos creer que lo del 11-M era cosa de Alá, pero es mentira.
Si en España hubiese fundamentalismo islámico, de ese que es homicida (valga la redundancia), ya nos habríamos entrado.
Y nos habríamos enterado día si y día también, no les quepa duda.
Porque de haber en España fundamentalismo islámico, en los pasillos del metro de Madrid, habría paracaidistas.
Yo no sé que pasó el 11-M, y usted, aunque crea lo contrario, tampoco.
Lo que sé a ciencia cierta es que lo que nos han estado contando es inconsistente, raro, sospechoso, absurdo… y que en España, para poner bombas, hay que contar con ETA, porque ETA es la que sabe como, tiene como, y mantiene la infraestructura logística y los procedimientos operativos para crear la situación.
La cabeza pensante – el motor intelectual - no sé donde se encuentra… no creo que esté en desiertos lejanos, mas bien me inclino a pensar que está en desiertos cercanos, pero tengo el convencimiento no probado que en todo esto ETA tuvo algo que ver.
Colaborador necesario cuando no brazo ejecutor… y la angustiosa creencia de que en las filas de quienes juraron protegernos, hay personal implicado.
¿Soy un paranoico?
Es posible, pero es que a fuerza de escuchar mentiras me voy haciendo impermeable a la verdad oficial… esa que recitan los que nos mienten y nos roban en nombre de un poder que les ha dado - apenas - el treinta por ciento de los españoles.