Julio de 1539, fortaleza de Castelnuovo (en la actual Montenegro). La guerra contra los turcos ha llevado a las potencias europeas a aliarse entre sí y a emprender una ofensiva que se encuentra en punto muerto. El reino de España no participa activamente en la contienda pero Andrés de Sarmiento, al mando de sus 3.000 hombres, asalta el enclave estrategico de Castelnuovo y lo conquista para la alianza.
Como suele suceder en estos casos, la avaricia no tarda en hacer acto de presencia y las potencias empiezan a discutir entre ellas sobre la propiedad de la fortaleza: Fernando de Austria deja de pagar tributos al sultán otomano, los venecianos reclaman el bastión en valor de sus intereses comerciales en el Mediterráneo y Carlos I de España, viendo que el tercio de Nápoles ha obtenido el control de la fortaleza y que la empresa puede empezar a ser lucrativa, se niega a ceder su control.
Finalmente, las relaciones se enquistan y la situación nos presenta a tan sólo 3.000 soldados españoles y una armada de 49 naves que deberán enfrentarse en solitario a todo el poder del imperio otomano.
Una flota comandada por Jeireddín Barbarroja se despliega en la bahía de Castelnuovo y Andrea Doria, el comandante genovés al mando de las 49 naves de la armada, sale huyendo de la zona por miedo a verse sin escapatoria en medio del combate que, sin duda, se avecina.
La fuerza naval turca está compuesta de 130 galeras y 70 galeotas tripuladas por 20.000 marinos y, mientras estos terminan de cerrar el cerco en torno a la fortaleza, los soldados españoles asisten en silencio desde las almenas al espectáculo de los 30.000 infantes con los que el Ulema de Bosnia está rodeando Castelnuovo.
La ofensiva comienza con un balance de 50.000 a 3.000 favorable a los turcos pero, pese a que el tercio de Nápoles está cansado y mal alimentado, la infantería otomana no consigue hacer mella en las murallas de Castelnuovo y un gran número de ellos son abatidos sin que los españoles hayan sufrido aún ni una sóla baja.
Barbarroja, viendo el percal, intenta negociar una rendición honrosa para el tercio que defiende el bastión y expone una serie de condiciones que los soldados deberán cumplir a cambio de sus vidas... pero Sarmiento no está de acuerdo y le dice al comandante turco que "vengan cuando quieran".
Ante semejante desaire, Barbarroja ordena sembrar de artillería los alrededores de la fortaleza y bombardear sus murallas hasta que quedaran reducidas a escombros.
La nueva estrategia de los turcos surge efecto y la plaza es derruída casi por completo pero, antes de dar por finalizado el asedio, las tropas otomanas asaltan las ruinas y se encuantran con una desagradable sorpresa: 600 soldados del tercio de Nápoles que han sobrevivido al bombardeo y que se baten con ellos espada en mano obligándoles a retirarse.
En la segunda batida, los turcos atacan con más cautela y, por fin, los 200 españoles que aún quedan en pie deponen las armas y entregan los escombros de la fortaleza a Barbarroja dejando tras de sí un balance de 20.000 soldados otomanos abatidos.
(extraido de con H de historia)