El mismo comité de expertos que al principio de la pandemia decía que ir al infectódromo del 8-M no era peligroso, que ocultó veinte mil muertos en la primera ola de COVID, que se dedicaba a ocultar los féretros para sacar enfermeros bailando y tontainas (entre los que me incluí al principio) aplaudiendo en los balcones a las ocho, ha decidido amargarnos las fiestas de Navidad.
Esos expertos - que no existen - avalados por su "expertitud" (como dice esa analfabeta que ostenta una vicepresidencia) han decidido, por ejemplo, que los autotest que se compran por tres duros en la farmacia "no valen", pese a que el porcentaje de detección del bicho es altísimo, pese a que sería una estupenda herramienta para sacarnos de dudas, para quitarnos un poco el miedo, para permitirnos obrar en consecuencia y sin ignorancia...
Y lo ha hecho, exclusivamente, porque lo ha sacado adelante Ayuso como medida para evitar lo que estos hijos de la Gran Bretaña quieren hacer con nosotros: aislarnos, encerrarnos y mantenernos asustados.
Es así.
Propagan el miedo para anularnos mientras aprueban importantes leyes para nuestra salud como - por ejemplo - la que permite a tus herederos desenchufar la máquina a la que estas conectado porque "tu vida no merece ser vivida", o favorecer que un paciente en plena depresión pida suicidio asistido, o que un médico decida si debes vivir o no... o peor aún, que lo decida un juez.
Estos hooligans de la muerte están aprovechando nuestro encierro para desbaratar España ante la tímorata y muy tímida reacción de nuestros jueces, la obediencia bovina de nuestros fiscales y la absoluta indiferencia de este pueblo que - una vez - fué asombro del mundo.
No me creo nada que salga de la boca de Pedro Sánchez y de su caterva de "asesores" (hasta trescientos) sin la EGB terminada (114 con el graduado escolar como único curriculo) porque he visto lo que hacen.
Van a lo que ván y todo lo que dicen es mentira... en nuestras manos está sucumbir al miedo.
Y no estoy diciendo que nos saltemos las reglas elementales de seguridad, estoy diciendo que apliquemos únicamente las que son sensatas y razonables, distinguiendo éstas de lo que son caprichos y bravuconadas del psicópata que hace las veces de chulo del patio de colegio.
Y conservar la memoria fresca, porque un día a esta pandilla de criminales y amigos de los criminales, habrá que aplicarles un severo correctivo, y para entonces, la tradicional memoria de pez del pueblo español, permitirá que se vayan, como siempre, de rositas.
Los españoles no sólo nos estamos mereciendo un gobierno que nos mienta, nos estamos mereciendo uno que nos arruine, que haga ignorantes y sumisos a nuestros hijos y que rompa en mil pedazos lo que se unió hace muchos siglos.
Me duele España... me duele mucho.