Hace muchos años leí sobre las correrías de Roy Bean (Phantly Roy Bean) también conocido como "el juez de la horca".
Este personaje - virginiano de origen - emigró al oeste con sus hermanos y vivió una vida digna de un personaje de ficción.
Tras un sinfín de vicisitudes (algunas no exentas de sangre) se estableció en la ciudad de Langtry y debido a su devoción por una famosa cupletista que se llamaba (curiosamente) Lily Langtry, levantó un garito denominado Jersey Lily donde servia cerveza e impartía justicia, pues el local se habilitaba de juzgado cuando la ocasión lo requería… dado que por alguna razón, Roy Bean había sido nombrado Juez de Paz del condado de Pecos.
El Jersey Lily tenia en la entrada dos letreros, uno decía "cerveza helada" y en el otro ponía "La ley al oeste del Pecos"… Llegados a este punto es preciso reseñar que la mascota del juez era un oso bastante manso que - por lo que dicen - compartía con su dueño el gusto por la cerveza.
Como al oeste del Pecos el orden brillaba por su ausencia, Phantly tenía bastante trabajo… y nadie podía decir que el juez Bean no se tomase en serio la justicia o la cerveza.
Dicen que no sabía demasiado de Derecho y que - por ejemplo - sostenía que el habeas corpus era un paganismo… también afirman que terminaba las bodas con la frase "¡Y que Dios se apiade de vuestras almas!"…
Cuentan que en cierta ocasión le pusieron delante a un cuatrero que había sido pillado "in fraganti" e, interpelado acerca de lo que había que hacer, Roy Bean sentenció: "Muy fácil, le hacemos un juicio justo y luego lo ahorcamos."
Y creo que estas palabras encierran una gran sabiduría, porque si el cuatrero había robado un caballo, lo suyo era ahorcarlo… podríamos perdernos en discusiones acerca si había forzado o no la entrada del establo, si había amenazado al dueño del animal con un arma o no, si al cuatrero le hacía falta el caballo para desplazarse a Mejico… pero el hecho, el implacable hecho, es que el reo había robado un caballo.
Y quizá por habernos dado unas leyes muy "garantistas", con una frecuencia llamativa encontramos que nuestros jueces, por interpretar la ley, olvidan que el cuatrero robó un caballo.
Así, sorprendentemente, la ley se convierte en el principal escollo a salvar para que se administre justicia.
Yo no sé si en lo que hizo Puigdemónt se dió un componente de violencia "suficiente" como para que se le pueda juzgar por rebelión. Ignoro - pues como mi admirado Phantly yo tampoco entiendo mucho de Derecho - si existe algún delito cuya tipificación encaje con mas precisión en los acontecimientos de Octubre, pero lo que no se puede negar, es que Puigdemónt robó el caballo.
Es evidente que Carlos Puigdemónt y sus amiguitos quisieron - así consta (y además yo lo vi) - segregar una parte de España para constituirla en una "república independiente".
Quisieron crear un estado al margen del Estado español.
Quisieron establecer una república en el seno de una monarquía parlamentaria.
Para ello se saltaron la Constitución, el Código Penal, La ley de la Propiedad Horizontal, el Reglamento agropecuario de Castilla y la Mancha, el Código de la circulación y los estatutos de la Asociación de maquetistas de trenes de Villanubla… eso es un hecho.
Lo hicieron - además - unilateralmente y a sabiendas de que estaban cometiendo un delito.
De modo que podemos pasarnos lo que quede de año discutiendo sobre el cambio climático o la existencia del Limbo, pero lo cierto es que Puigdemónt robo el caballo.
Y dado que robó el caballo, habría que hacerle un juicio justo y después ahorcarlo… o lo que sea que se haga con los que hacen las cosas que hizo Puigdemont.
Cualquier otra cosa tendrá otro nombre, pero no se le podrá llamar justicia.